'Trump despierta a Inglaterra', por Martín Sagrera

Cada visita de Trump es más beneficiosa para Inglaterra, porque por su misma brutalidad y menosprecio de los demás la despierta de sus nostalgias imperiales, de su Commonwealth y de su antigua «especial relación» con los Estados Unidos. Si hasta un hijo de madre de la Gran Bretaña -su madre es escocesa- es capaz de tratarle así, ¿cómo se puede soñar Inglaterra, si no es a base de mil embustes de malos políticos, en revivir un «espléndido aislamiento», precisamente en estos momentos en que dominan el mundo cada día más unas poquísimas bien llamadas superpotencias?

'Reparto de galletas de forma proporcional', por Venancio Rodríguez Sanz

¿Existe alguna actividad en el mundo en la que esté metido el hombre y la mujer que no sea susceptible de corromperse? Ninguna. Pero, como todo en el mundo, la corrupción tiene grados: una cosa es que un individuo, o un grupo de personas meta la mano en la caja, y otra es que el sistema sea cómplice de estas actuaciones. Entonces, al igual que el delito tiene grados, el castigo deber tenerlo. Pongamos por caso la pederastia en el clero, o en los Boys Scouts. Pongamos por caso la corrupción en la política, a nivel empresarial, particular... Por tanto, creo que el Estado debería repartir la ‘galleta’ directamente proporcional a la gravedad del delito y no a la inversa, según el delincuente, como viene haciendo hasta ahora. Y pongo de ejemplo el caso Urdangarin, caso Pujol, caso Rato y otros. El último escándalo con el que ayer por la mañana nos hemos desayunado, yo creo que la ‘galleta’ debería ser ejemplar. Porque los más perjudicados son el sector más débil de la sociedad: los niños. Me refiero al caso de la red del cáncer infantil (Licenci). Es una pena que este tipo de corrupciones, en el mejor de los casos, son los que nos hacen rebuscar en el bolsillo la moneda más pequeña cuando, en las Fiestas Navideñas y otras, alguien nos pide solidaridad por la calle.