Suele considerarse la política el arte de lo posible, pero eso es más bien artesanía y el arte de verdad llega cuando en el juego del poder se logra lo imposible. Por ejemplo, gustará o no el asalto de Sánchez a Moncloa hace un año, pero lo que no se puede negar es que esa llegada súbita, en tres o cuatro movimientos rápidos y con 80 soldados de los 350 del batallón del Congreso, fue una obra de arte. La que ahora podría culminar Ada Colau el sábado no le iría a la zaga, y desde luego en este billete se celebraría a tope (aunque tire por tierra un pronóstico hecho aquí). Caso de que culminara la jugada no sólo sería alcaldesa, sino que no tendría apenas deudas que pagar, y hasta, una vez investida, podría seguir sus coqueteos con el independentismo para reconciliarse con el 'tono'. Lo propio, en ese caso, sería que fuera nombrada por el Rey, sin más, condesa republicana de Barcelona.