No corrían buenos tiempos para un histórico del fútbol español como era el Sevilla CF a principios de este siglo y tan convulsa era la situación en Nervión que desencaminó con el fatal descenso a Segunda División al final de la temporada 1999-2000.

De las pocas alegrías de la temporada, por no decir la única, fue el prematuro debut en el primer equipo de un gitano de «pura cepa» y con aspecto de delgaducho «destartalado» como se suele decir por nuestra tierra de melena al viento, al cual llamaban «La Perla».

El nuevo año 2000 deparaba para José Antonio Reyes un antes y un después dentro de su prematuro caminar por la vida. Y es que Marcos Alonso le había llamado del filial para entrenar con el primer equipo; quedó prendado por el descaro de aquel «chavea», tanto que no dudaría en ningún instante en convocarle.

Preso de felicidad fue a contárselo a sus padres. De inmediato y tras el sobresalto inicial, su padre se puso serio y le mandó al peluquero para pegarse un buen rapado; «Jo, papá llevo muchos años con las greñas€». «Anda Joselito, ¡calla y tira para la peluquería!»

Fue un 30 de enero de 2000, en la jornada veintidós y a sus 16 años -el jugador más joven en debutar en Primera División- cuando la vida de Reyes tomaría una velocidad de crucero de forma prematura.

A la temporada siguiente y con el regreso a primera de la mano de Joaquín Caparrós, Reyes se convertiría en el jugador más joven en anotar un gol en la máxima categoría.

Su desparpajo tras dos temporadas sobresaliente le llevarían a dar el salto a la Premier League de la mano del Arsenal en la temporada 2003-2004, siendo un fichaje récord ya que se pagaron por él 30 millones de euros de la época.

Con los gunners logaría el anisado título de la Premier League en 2004 en la etapa de mayor esplendor reciente del club. Reyes estaba tocando la cima del mundo, pero no se adaptaría a vivir en Londres. Posteriormente llegaría la cesión al Real Madrid donde y a pesar de su irregularidad en el partido más importante de la temporada se erigió como la gran figura otorgando al madridismo su 30ª liga.

Luego llegarían la selección absoluta, el Atlético de Madrid, el Benfica, la vuelta al Calderón, el regreso a casa, Español, Córdoba, China y el Extremadura, todo ello casi sin tiempo para la reflexión cuando de repente su humilde vida en Utrera había desaparecido para dar paso a los grandes lujos y comodidades que le deparaba una cuenta corriente bien repleta gracias a su sacrificio y a todos los títulos que había logrado por el camino.

El fútbol le robó media infancia pero le dio una vida plena en felicidad tanto espiritual como económica. Sacó de la humildad a toda su familia y a no sé cuantos amigos más, porque Reyes jamás olvidó sus orígenes.

Pero una aciaga mañana de sábado vísperas del mejor partido a nivel de clubes que se pueda jugar en el mundo, Reyes, cuan niño pequeño que llevaba dentro, cerró los ojos y creyó estar montado en su humilde bicicleta de antaño junto a sus primos por las calles de Utrera y a la voz de «a ver quién llega antes a casa de la abuela» pedalearon hasta la extenuación para deliberar al ganador.

Regresó a esa infancia que un día le robó la fama, pero no se dio cuenta que habían pasado ya más de 20 años de aquello y como niño al que le fue robada la juventud, la carretera le jugó una mala pasada a él y a sus primos.

Fue un 1 de junio de 2019 cuando tu luz se apagó definitivamente, dejando por el camino una vida plena pero fugaz.