La ofensiva de fichajes del Borussia Dortmund, que ha llegado a su momento cumbre con el anuncio del regreso del central Mats Hummels, ha puesto bajo presión al Bayern de cara a la próxima temporada cuando se espera que otra vez la lucha por el título sea cosa de los dos equipos.

La vieja frase provocadora de José Mourinho según la cual el Bayern empezaba a ganar la Bundesliga antes de que comenzase la temporada cuando anunciaba el fichaje del mejor jugador del Dortmund parece haberse convertido en cosa del pasado.

El Dortmund ha salido de compras y se ha asegurado los servicios de los internacionales alemán Niko Schulz, procedente del Hoffenheim, y Julian Brandt, que viene del Bayern Leverkusen y también había sido asociado con el Bayern, y del belga Thorgan Hazard.

Y la idea de reclutar refuerzos entre los mejores de los otros equipos de la Bundesliga sonaba a la replica de una vieja costumbre bávara. Y luego vino el golpe con Hummels acompañado del anuncio del director administrativo, Hans Joachim Watzke, de que el título es el objetivo, un título que en las últimas seis temporadas parecía tener escriturado el Bayern.

El Bayern, después de haber sido bastante parco en gastos antes de la temporada anterior -Leon Goretzla llegó gratis y Serge Gnabry estaba fichado desde un año antes por 8 millones de euros- ha incorporado hasta ahora a tres futbolistas para el próximo curso.

De un lado, está el joven delantero Jann-Fiete Arp, procedente del Hamburgo y que es una apuesta de futuro. Además, y esto explica en parte la venta de Hummels, llegarán los centrales Lucas Hernández, proveniente del Atlético de Madrid, y Benjamin Pavard, que acaba de descender con el Stuttgart.

Lucas Hernández, por el que el Bayern pagó 80 millones de euros, es el fichaje más caro de la historia de la Bundesliga y se parte de la base de que el Bayern lo ha traído para que sea titular. El otro titular es de esperar que sea Nicklas Süle, a quien el entrenador Niko Kovac declaró en la temporada anterior inamovible, por encima de Hummels y de Jerome Boateng, que también podría dejar el Bayern.

La apuesta es arriesgada, sobre todo tras las lesiones por las que ha atravesado Lucas Hernández, pero parece ser la apuesta de Kovac a la que han accedido los jefes del Bayern. La salida de Hummels, que hubiera podido ser un jugador incómodo en el banquillo, es parte de ella. Además, es parte del plan de rejuvenecimiento de la plantilla. Hummels tiene 30 años, lo mismo que Boateng.

Del centro del campo hacia adelante no está claro lo que va a hacer el Bayern de cara a la próxima temporada. Se han barajado nombres como Rodrigo, que parece haberse decidido por el Manchester City según los medios alemanes, Leroy Sané o Kai Havertz pero todavía no hay nada concreto.

Hasta ahora, mientras en el Dortmund se habla de los refuerzos, en el Bayern lo más notable es el capítulo de salidas. Franck Ribery y Arjen Robben pusieron fin a su era en el equipo; los bávaros optaron por no ejecutar la opción de compra a James Rodríguez y Hummels regresa al Dortmund.

Todo ello le da margen de maniobra a Kovac para el manejo de un vestuario que siempre ha tenido un poder enorme. Y a la cúpula del club le da cierto margen financiero para fichajes que respondan a la ofensiva del Dortmund.

El presidente del Bayern, Uli Hoeness, había dicho, tras la austeridad del verano anterior, que en este período de fichajes vendría la ofensiva. Esta ofensiva, en lo que respecta al Bayern, no ha empezado todavía mientras que el Dortmund ficha jugadores para todo el campo.