Fue un 15 de mayo de 1929, mientras aun resonaban los ecos de un intento de golpe de Estado llevado a cabo por el político conservador José Sánchez Guerra con la intención de poner fin a la dictadura de Primo de Rivera, cuando el Metropolitano acogería el primer «Partido del Siglo» que enfrentó por entonces a la selección española ante el ego inglés que presumía de su imbatibilidad tanto dentro como fuera de las islas.

La entidad del rival al que se debían medir había hecho que los ingleses se tomasen muy en serio el duelo, por lo que muchas de sus grandes estrellas decidieron viajar por vez primera con la expedición a Madrid, hecho circunstancial ya que su supremacía sobre el resto de naciones les permitía desplazarse siempre con jugadores de segunda fila. Pero en esta ocasión la popularidad de los Zamora, Quincoces, Gaspar Rubio y compañía, les hacía temer una mayor resistencia a la victoria y no quisieron verse en apuros.

La temporada 1928-1929 había sido la primera en la que se celebraba el Campeonato Nacional de Liga, además, el fútbol español estaba atravesando por un momento dulce con la aparición de la primera hornada de grandes peloteros, por lo que el seleccionador José María Mateos había formado una alineación realmente poderosa. En la puerta como no, Ricardo Zamora «El Divino», en la defensa Quesada y Quincoces; en la media, Prats, Marculeta y Peña, el primer profesional español de la historia. La delantera que por entonces la formaban cinco hombres era para Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Yurrita.

Por parte inglesa jugarían: Hufton; Cooper, Bleakinshop; Kean, Hill, Peacock; Adcock, Kail, Bradford, Carter y Barry. No estaba William «Dixie» Dean, el gran futbolista del momento en el Reino Unido que según cuentan los más viejos del lugar, era una especie de Messi o Cristiano Ronaldo de la época.

A las 5 de la tarde y con un lleno hasta la bandera en el estadio rojiblanco, daba comienzo el ansiado partido cuya primera acción de ataque y llevados en volandas por la hinchada, corrió a cargo de España. Pero fueron los británicos quienes a los 15 minutos se adelantarían por medio de Bradford y seguidamente Carter haría subir el 0-2 al tanteador, en sendos errores garrafales de Zamora, ¡Quien lo iba a decir!

Los ingleses campaban a sus anchas cuando la Roja tiraría de furia y velocidad generando tres ocasiones consecutivas. A los 37 minutos Lazcano desbordaba por su banda y cedía a Gaspar Rubio para que éste acortase distancias. Acto seguido Lazcano repetía desborde y tras una sensacional pared con Goiburu lograba batir a Hufton. El delirio se apoderaba de las gradas. Al descanso, 2-2.

Tras la reanudación Zamora se resarciría de su mala actuación con varias paradas consecutivas, pero a la tercera y tras una genial jugada de Adcock, Carter le batía sin contemplaciones ante la pasividad del meta español. Los cronistas de la época señalaron que: «todos saben que a «El Divino» no le gustaba mucho despeinarse», y es que don Ricardo era un «dandy» dentro y fuera del campo; 2-3 a los 68 minutos mientras desde la grada se le decía de todo al pobre Zamora.

Pero Lazcano en el mejor partido que se le recordaba, volvería a traer por la calle de la amargura a los isleños cuando éstos ya daban el triunfo como seguro. A los 80 minutos tomaría de nuevo el balón para cederlo de inmediato a Goiburu. Éste se internaría velozmente desde la posición de extremo enviando un centro medido a Gaspar Rubio que entraría al remate como una auténtica exhalación, conectando un soberbio testarazo para colocar el empate a 3. El público invadió el campo para pasear a hombros a Gaspar y a sus compañeros, mientras la policía los desalojaba como buenamente podía. Aún quedaban 10 minutos...

Se sacó de centro y Peña, raudo y veloz robó el cuero a los ingleses para hacerlo llegar a la frontal del área done recibiría Goiburu que sin pensárselo ni un instante conectaba un tremendo derechazo que volvía a batir a Hufton, tanto que supuso el 4-3 con el que se llegaba al final de los noventa minutos para delirio de los espectadores, que nuevamente invadirían el terreno de juego, en esta ocasión, para sacar a hombros a todos sus jugadores del propio estadio.

Aquella selección española sería considerada por los más entendidos de la época como la mejor de Europa y este partido, el del «Siglo» en España, sigue siendo recordado como uno de los encuentros más importantes de la historia de La Roja.