Curiosos, los misterios de las síntesis. Dependiendo del campo de su pronunciamiento, sintetizar significa ir de las partes al todo o ir del todo a las partes. Así, de la misma manera que, por ejemplo, la biosíntesis, la fotosíntesis y todas las síntesis de laboratorio son el resultado de la conformación de un todo por la suma de la participación particular de sus conformantes, las síntesis literarias, por ejemplo y a contrario sensu, son el resultado de la extracción de una parte sustancial del todo respetando íntegramente su esencia. En síntesis, en uno y otro caso, toda síntesis, no es otra cosa que el resultado de la suma de unos determinados pequeños milagros colosales apilados ad hoc.

Andaluciando el asunto, las síntesis, en un caso, son un compendio de mijillas y/o de pelines de cachos de algo, que terminan conformando un taco, una jartá, una pechá, una panzá o un huevo, y, en sentido inverso, un taco, una jartá, una pechá, una panzá o un huevo de algo que, por embebimiento, termina conformando la síntesis de sus mijillas de cachos de algo sin alterar sus esencias.

Vistas desde el plano político, las síntesis son una especie de tremendísimo Lego político-místico de esquinas romas que permiten, o no, la convivencia entre ellas. Y me refiero expresamente a las esquinas romas porque cuando en los fundamentos de las síntesis políticas se comente el error de solo usar las piezas de Lego con esquinas cuadradas o el de alternar las piezas de esquinas angulosas con las de esquinas romas, las síntesis se esfuman y lo que termina brillando es la sinrazón de las traicioneras entelequias vendehúmos tan al uso en estos tiempos.

Si lo que expreso, amable leyente, le parece un desatinado ejercicio juntaletras, no se prive y échele un vistazo a la vesania de las síntesis vestidas de maldades sesudamente peligrosas que revolotean estos días por el espacio electoral de nuestros municipios, autonomías y por el propio Estado; síntesis, todas, sobrevenidas por la torpe y despreciable intención de aquellos que viven a costa de los votantes -que no electores-, que ahora claman al cielo y responsabilizan al pueblo pseudosoberano por su torpeza y por no saber votar.

En síntesis, ahora, los 'afectados' con sus procederes y sus disfrazadas boquitas pequeñas acusan severamente: «a mí me habéis votado por defecto y a otros por exceso, ¡manada de torpes, que sois unos torpes...!». Este el trasfondo del mensaje de aquellos que impiden que el proceso electoral acabe de una vez.

Mientras que el único objetivo de las síntesis políticas interesadas sea destruir al oponente en lugar de comprender al ciudadano, escuchándolo, mal habrá de irnos, porque con esas prácticas, se producen fisuras democráticamente estúpidas en el sistema democrático que propician el vuelo de los enmascarados moscardones democráticos que cultivan sus principios en el jardín del mejor postor democrático, cada vez. Obsérvense, si no, a esos ciudadanos que pretenden ser más populares cada día sin haber aprobado el correspondiente máster para serlo, que, como el perro del hortelano, ora van a pelo, ora a pluma, ora a pelo y a pluma, pretendiendo con ello engordar ortopédicamente la síntesis del centro político para que en el mismo tenga cabida el ingente volumen de síntesis en el que arraigan los principios más profundamente marxistas. Pobre Groucho...

-Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros.

Miguel Gila, en síntesis, un humorista, no mentía y hacía reír:

-Oiga, ¿es el Elíseo? ¿Está el presidente? Pues que se ponga...

Albert Rivera, en síntesis, nótese, un político con cierto ramalazo de azogue verbal, no hace reír y miente. Y ello, quizá, también pudiera obedecer a lo que explicaba Groucho en el sentido de que «la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y, después, aplicar los remedios equivocados», que es a lo que me da que obedece el antojadizo y torpemente progresivo cambio de estrategia (?) que acabará, sea con Ciudadanos, sea con don Albert, sea con ambos a la vez. Jo, sin tan siquiera haberlo procurado, he parido un pareado...

Aspirar a la lucencia, la majencia y la sabencia ortopédicas en pos de la nombradía es un fracaso a plazo fijo. Bien haría el señor Rivera insistiendo en Groucho con aquello de «citadme diciendo que me han citado mal». No sé, aunque solo fuere por seguir mintiendo.