No es fácil dar con el estilo de los gobernantes, quiero decir, eso que anda por debajo de su actuar político, y que al final lo define en línea de puntos. Quizás cada uno tenga su paralelo animal, y creo que el de Pedro Sánchez es la pantera negra. Solitaria, astuta, silenciosa, pasa mucho tiempo sesteando, se mueve con sigilo y, una vez que, tras observarla largamente, tiene a la presa al alcance, se lanza sobre ella tan deprisa que la víctima no se entera hasta que está entre sus garras. La presa, claro, es el poder, y la víctima quien se lo dispute. No es animal temerario, pero no le da miedo arriesgar, sabe que el riesgo forma parte de su vida. Ahora el animal político en cuestión parece dormitar, estudia los movimientos de los otros bichos, observa su angustia, sus debilidades y, sobre todo, sus urgencias, y mientras el público del circo, lógicamente, se impacienta, el-ella no.