Si Francisco de la Torre Prados es un ejemplo para las nuevas generaciones políticas de la ciudad, lo normal es que todos aspiren a vivir de lo público hasta que se mueran. Si la opción vitalicia es improbable, véase Cassá, la estrategia cambia: ganar lo que se pueda mientras sea posible.

Salvo los tres héroes de Málaga Adelante, todos los concejales de tu corporación han demostrado junto a tu alcalde su auténtica naturaleza política. Levantaron sus manos para votar su propia subida salarial de un 20% durante un pleno que debería ser recordado como el mayor atraco legal a mano alzada de la historia del Paseo del Parque. A plena luz del día y a cara descubierta, los implicados aparcaron sus diferencias ideológicas durante unos minutos para comportarse como un grupo perfectamente organizado. El plan, subirse el sueldo en un porcentaje que la gran mayoría de los malagueños con trabajo no conseguirían en cien vidas, fue ejecutado tal y como se ensayó en la más absoluta de las ambigüedades. Rápido. A traición. La primera gran medida de una legislatura en la que los ciudadanos han vuelto a demostrar que no están dispuestos a ofenderse por cualquier cosa. Hasta el momento no constan víctimas morales.

Del alcalde se conoce más su origen ideológico y su jurásica trayectoria viviendo de la política que lo que esa actividad pública ha aportado a su patrimonio. La amenaza, sin embargo, está en el impacto que su legado está dejando más allá de las nóminas de su entorno de confianza. Ese apetito político como estilo de vida se ha normalizado en la juventud de sus escasos pero poderosos socios de gobierno y en el principal partido de la oposición que lidera el socialista Daniel Pérez, grupo conocido por las dificultades que sus concejales sufren para llegar a fin de mes.

Peor estaban en Sevilla, donde la corporación liderada por un compañero de Pérez se ha subido el sueldo un 40% para poder hipotecarse en condiciones. O en el nuevo Gobierno andaluz. Lo jóvenes aunque sobradamente preparados que fueron para pactar con el diablo para alcanzar el poder y lo rápido que insinuaron que los consejeros y los altos cargos no cobraban lo suficiente. En este caso, el atraco fracasó porque cometieron el error del novato, de sugerirlo en lugar de hacerlo, pero todavía tienen toda la vida por delante para conseguirlo. Hasta los 76 tacos si todo va bien.