Suena la misma cantinela. Los mismos acordes de cada verano. Apenas hace 20 días que pusimos el punto final a la campaña 18/19 con la clásica y emotiva Gala del Balonmano Malagueño y en modo alguno logramos suavizar el ritmo.

El balonmano playa ha terminado por romper la estacionalidad de nuestro deporte y aunque la ejecución de los proyectos se paraliza en un elevado porcentaje, la gestión interna, el trabajo de despacho, no cesa. Y vaya por delante que estamos porque queremos.

Toca poner la luz larga y pensar a un año vista. Planear, planificar, programar un calendario de actividades y lo que es más ingrato, ver cómo vas a pagar la cuenta. Los cambios políticos también alteran el normal discurrir de cualquier verano, pues a la urgente necesidad de prolongar o alcanzar acuerdos con patrocinadores privados y administraciones, se une la obligada presentación de tus aspiraciones e ideas a los nuevos responsables públicos.

La calculadora se convierte en tu principal aliada. El ordenador, el móvil y una buena dosis de paciencia, completan el kit de batalla del período estival. Medir cada gasto, pensar y repensar si es necesario o no comprometer el mismo, valorar cada presupuesto, pelear cada céntimo... y todo ello con el desgaste de los años, la monotonía de las temporadas, la falta de expectativas de crecimiento, de ayudas, de compromisos; dosis de estoicismo y entereza extrema para no caer en el hastío y la indiferencia. El compromiso, tu única sentencia.

Y mira que vivimos un momento dulce, con representantes malagueños en todas las competiciones femeninas y un solo espacio por cubrir en la máxima categoría del balonmano español masculino. Tienes la sensación que encajando cuatro fragmentos, engranando cuatro piezas, podríamos dar un verdadero salto de calidad. Contar con una instalación para la autogestión nos dará un gran impulso y remediará en parte uno de nuestros principales problemas. Atender la demanda de los que se inician en esto, de los muchos núcleos que por distintas circunstancias se encuentran en un limbo deportivo, precisa de una respuesta urgente. Hay mucha gente en la provincia practicando balonmano. Muchas más de las que muestran las licencias federadas y los calendarios oficiales. Y a esos sí hay que darles una solución. Directa. Sin ambages. Por vivir a 100 kilómetros de la capital, por carecer de medios económicos y humanos para afrontar retos mayores, por no poder completar las exigencias de una competición oficial, reglada, no deberían sentirse olvidados, apartados, defenestrados. No me hablen de licencias. Háblenme de balonmanistas, sin más etiquetas.

Seguiremos dando formación a los más jóvenes en dos vertientes, la arbitral y la enseñanza de los futuros entrenadores. Mantendremos, con permiso del patrocinador, la Liga Benjamín y la campaña «Quiero jugar sin insultos», que erradica las conductas antideportivas y valora, destaca y premia la actitud de equipos y aficionados durante la temporada. Ofreceremos competiciones de calidad, finales apasionantes, campeonatos de selecciones, tecnificación, grandes eventos, premiaciones y galardones para los mejores y más destacados, con la venia, siempre, de la cuenta corriente. Del relevo generacional, de las ayudas, a veces, envenenadas y de esa postura tan incómoda y poco recomendable que consiste en mirarse permanente el ombligo, de ese egocentrismo caduco, hablamos otro día... Que el terral me puede...