Con cada cambio de legislatura, alguien me pregunta cómo es posible que la primera medida que aprueben los políticos de cualquier color sea la de subirse el sueldo. Mi respuesta es siempre la misma: lo hacen enseguida para que se nos olvide rápido y dentro de cuatro años sigamos votándoles. Mientras los políticos justifican con lloriqueos los impagos a quienes defienden a los más débiles o la falta de personal en servicios básicos, sí balbucean mil excusas para defender el aumento de sus nóminas, ya de por sí abultadas, y el gasto en equipos de gobierno hinchados hasta la indecencia con cargos de confianza. Que si tienen una gran carga de trabajo, que si ellos lo valen, que si ganan poco pa tanto como destacan...

Y se suben el salario un 10 o un 15%. Cualquier empleado de una empresa privada mataría por un aumento así. Por no hablar de las dedicaciones exclusivas para no se sabe muy bien qué. Mientras asistimos estupefactos a esta aleccionadora demostración de lo que entienden los políticos por «servicio público», Cáritas y Cruz Roja no dan abasto para atender a las necesidades de la población excluida y las asociaciones siguen asfixiadas por los impagos.

Pero los políticos ya respiran tranquilos: cuatro años sin problemas para llegar a fin de mes. .