Quizá sea el verano, pero se podría observar cierto paralelismo en la suerte de UPyD y el actual partido que conduce Albert Rivera, a dónde. Quizá a sí mismo. UPyD mereció mejor suerte. Cs merece ahora un norte para no terminar igual. Cada vez parece más clara la necesidad de un buen partido bisagra en España que modere con su influencia centrada, tanto da que sea más socialdemócrata o liberal técnicamente -aunque los vaivenes ideológicos en ese sentido de Cs también sorprenden-, las tentaciones de sus adláteres de gobierno. Por eso, como ciudadano cuesta entender Ciudadanos.

La marea naranja marea. Y está muy expuesta, que no es lo mismo que estar marcando la agenda de los demás ni que estar en el foco mediático más deseado para ampliar grado de presencia y conocimiento como opción electoral y marca política. Por ejemplo, la comisión de régimen disciplinario del partido ha expulsado provisionalmente a los dos concejales que terminaron votando a la actual alcaldesa del PSOE en Tenerife. Disensiones internas y abandonos notorios ocupan día sí y día no algún titular, más o menos secundario según la intencionalidad editorial del medio. En Málaga puede darse la carambola de que el futuro vicepresidente de la Diputación (que se constituirá el 17 de julio), cuyo gobierno han pactado entre Cs y PP, sea quien ha dado al candidato del PSOE la alcaldía en Mijas, una nota de color (o de calor). En la pantalla nacional siguen las no negociaciones en la Comunidad de Madrid, cuya investidura de la popular Díaz Ayuso ya mira al 10 de septiembre (y veremos si a 54 días después, como marca la ley, directamente a las urnas; algo que podría sumarse a la investidura o no investidura de Sánchez por esos derroteros, aunque en su caso no sea por tener que poder con Vox, como en Madrid, sino básicamente por no poder con Podemos).

O por poner un ejemplo aún más candente, sigue coleando la polvareda por el hostigamiento que sufrieron los naranjas en la manifestación del Orgullo. Por ello andan enfrentados ahora a un ministro Marlaska que está legítimamente motivado con el asunto a nivel personal, pero que sin dejar de ser ministro del Interior mantiene por ello un complejo equilibrio. Cs ha denunciado ante la Fiscalía lo ocurrido, entre opiniones de asociaciones y policías que le dan la razón a quienes dicen que lo que pasó no pasó o que estuvo justificado -¡cuidado con estas peligrosas justificaciones que son un boomerang!- por la provocación de Cs de pactar con un partido anti Orgullo como Vox; y entre las opiniones de quienes consideran intolerable lo que pasó e incluso las de otros policías que confirman que sí hubo agresiones, etc.

Resumiendo: UPyD no voló alto por el peso excesivo de su líder, la que fue paradójicamente también su gran impulsora, Rosa Díez (quien sigue tan presente en la mente de algunos periodistas de Madrid que continúan llamando Díez a la hoy expresidenta andaluza, Susana Díaz). Rivera debería volver a centrarse. Quizá pensando en ayudar a gobernar mejor este país y no sólo en la personal quimera de presidirlo.