Cuántas veces escuchamos: «el próximo lunes empiezo a entrenar», «necesito adelgazar pero no tengo tiempo de ir al gimnasio», «necesito moverme más», «el médico me ha dicho que debo hacer más deporte», etcétera.

A todas mis amigas siempre les digo que son excusas y que si queremos, encontramos tiempo (siempre y cuando el tiempo para nosotros pueda ser 30 ó 40 minutos y no 2 horas) para dedicarlo a la actividad física.

Cada uno debe encontrar las razones de peso que le motiven a hacer deporte de una manera voluntaria y constante. Las obligaciones de los médicos cuando hay riesgo de enfermedad no debe suponer tampoco el motivo, sino buscar la motivación y el disfrute de la actividad que se escoja.

Empezar de manera impulsiva y en cantidades desmesuradas, ya sea por motivación y/o necesidad no suele dar tampoco resultado. Se requiere una correcta organización y gestión del tiempo y fuerza de voluntad.

La correcta organización se consigue elaborando horarios de nuestra actividad diaria, incluyendo descansos, comida, tiempo para nada… y si estamos de vacaciones o cambiamos de rutina, hay que volver a cambiar el horario para organizarse y sacar el tiempo que buscamos para la actividad física.

La correcta gestión del tiempo no solo mejora la productividad sino que nos mejora nuestra calidad de vida diaria. Para mejorar dicha gestión es muy importante:

  1. Encontrar y reconocer dónde y en qué se pierde el tiempo. Ojo con las redes sociales y el perfeccionismo.
  2. No planificar las tareas. Ir al gimnasio sin saber qué hacer aburre, apuntarse a un nivel no correspondiente en un deporte aburre o sufrir demasiado desde un principio desmotiva y favorece el abandono.
  3. Establecer prioridades limitando el tiempo en cada una de ellas, recordando que no siempre lo urgente es lo importante y aprendiendo a decir que no.
  4. Dejar las tareas o estudio más aburrido para el principio cuando además todo está más ordenado y existen menos distracciones.
  5. Evitar distracciones que ya sabemos que nos van a interrumpir y controlar el teléfono, las redes sociales, los mails, la TV, etcétera.
  6. Buscar huecos de pausas para recomponerse, relajarse y volver a la tarea activa y de forma concentrada.

La fuerza de voluntad está relacionada con la autoexigencia y el autocontrol. No se trata de evitar perezas o malas tentaciones sino organizarse para exponerse menos, estando tan organizados y dirigidos hacia un objetivo, que se evitan conflictos internos como el cansancio o la duda. No se trata de luchar contra las tentaciones sino de evitarlas y encontrar el proceso para ello. La fuerza de voluntad es un proceso de aprendizaje a lo largo de toda la vida, uno tiene que ser constante e irá adquiriendo hábitos que favorezcan la lucha, la superación de conflictos y la proactividad.

Para mejorar la fuerza de voluntad debemos:

  1. Crear hábitos. Escribir las prioridades, los horarios y las actividades en cada momento, contando siempre con las cinco comidas al día, las ocho horas de sueño.
  2. Hacer un trabajo de autoconciencia de lo que uno quiere conseguir para encontrar la motivación adecuada y trabajar sobre ella. Hacerse preguntas como: ¿merece la pena tanto esfuerzo?, ¿haces algo que realmente te gusta y te sientes contento contigo mismo aunque encuentres dificultades?, etc.

Adultos, cojan una agenda, el Google calendar u otra sistema de organización diaria, semanal y anual. Eviten tentaciones y pérdidas de tiempo innecesarias, así como personas tóxicas que no apoyen vuestro proyecto de vida. Venzan a la pereza, el cansancio y a la duda y pasen a ser aventureros reactivos. Es posible crear el mejor hábito del mundo: la fuerza de voluntad. Se requiere tiempo, compromiso y autodisciplina con uno mismo.

Así pues, añadan el deporte en su agenda, póngale un horario diario tomando el trabajo y la familia como prioridades y conviértalo en un nuevo estilo de vida para mejorar la autoestima, la capacidad atencional, la creatividad, la socialización, etc.