Andan últimamente envalentonados unos gobiernos europeos poco preocupados por el Estado de derecho y la separación de poderes como el húngaro de Viktor Orbán o el del polaco Ley y Justicia.

Se ufanan púbicamente de haber obtenido un gran triunfo en Bruselas al frustrar la candidatura de los dos principales cabezas de lista del Parlamento europeo a presidir la Comisión.

"Tras derrotar a (Manfred) Weber, los cuatro de Visegrado (Polonia, Hungría, R. Checa y Eslovaquia) han ido a por (Frans) Timmermans", se jactó a la prensa de su país el portavoz del Gobierno de Varsovia.

La prensa polaca más nacionalista interpretó la propuesta alternativa del Consejo europeo para ese cargo de la ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, como una victoria de ese país.

Es cierto que junto a la Italia de Matteo Salvini, esos cuatro gobiernos hicieron una demostración de unidad frente a los dos candidatos propuestos por el Parlamento por haber conseguido sus grupos el mayor número de votos en las pasadas elecciones.

Al primero, el cristianosocial bávaro Manfred Weber, lo desechó también el presidente francés, Emmanuel Macron, al considerarle un político sin fuerza para suceder a Jean-Claude Juncker al frente del Ejecutivo comunitario.

Pero la oposición a Timmermans llegó sobre todo del grupo de Visegrado, que no han perdonado a ese político socialista que iniciase en la Comisión Europea un procedimiento contra Polonia y Hungría por vulnerar la separación de poderes.

El primer ministro húngaro, Orbán, llegó a calificar al neerlandés, responsable de la Mejora de la Legislación y del Estado de derecho, de "guerrero ideológico que no tolera la mínima desviación de la democracia liberal".

Tampoco se mostró más conciliador el primer ministro checo, Andrej Babis, cuyo Gobierno, por cierto, debe hacer frente a acusaciones de corrupción. "Es inaceptable", afirmó en referencia a la posibilidad de que Timmermans encabezase el Ejecutivo comunitario.

Y ¿qué decir de Eslovaquia, el último del cuarteto de Visegrado, un país sacudido por el asesinato de un periodista que investigaba las redes del crimen organizado y su conexión con las altas esfera del poder en ese país?

Los cuatro gobiernos parecen esperar mayor comprensión por parte de la candidata finalmente propuesta, en desafío al Europarlamento, por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.

Una política, de la que, como ministra alemana de Defensa, Polonia alaba sobre todo sus iniciativas de cooperación militar a escala europea y su postura de mayor firmeza frente a la Rusia de Putin, una Rusia, por cierto, también cada vez también más autoritaria y reaccionaria.

Podrían - o eso esperamos algunos- los de Visegrado equivocarse porque, a juzgar por su trayectoria, von der Leyen, si es que finalmente la aprueba el Parlamento europeo, no debería ser más tolerante de los atropellos del Estado de derecho de lo que habría sido, en su opinión, su compatriota Manfred Weber.

De hecho, esa europeísta convencida fue no sólo uno de los miembros del gabinete que más apoyó las medidas de la canciller Angela Merkel para acoger a las decenas de miles de refugiados inmovilizados en Hungría, sino que ha criticado en más de una ocasión la deriva autoritaria de Budapest y Varsovia.

Y está también el nuevo presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, que en diciembre pasado propuso excluir del espacio de Schengen a los países insolidarios en un tema tan crucial para la UE como es la inmigración. Habrá que esperar a ver, en cualquier caso.