Estos últimos días he tenido el privilegio de formar parte del curso superior de entrenadores de baloncesto. Se ha celebrado en la universidad de Éibar y hasta allí han acudido muchos de los mejores. Eminencias en la preparación física; un experto en motivación (conocerle ha sido todo un descubrimiento) que ha cambiado mi percepción sobre muchas cosas; expertos en el estudio y análisis del baloncesto; un instructor arbitral; directores deportivos; exjugadores; el entrenador ayudante del mejor; entrenadores que están triunfando en el extranjero; y algunos de los mejores entrenadores que hay en España. Por ejemplo, el campeón de la Euroleague femenina, los tres entrenadores españoles de los equipos semifinalistas de la ACB, el último campeón de la ACB con un equipo que no fuera Real Madrid y FC Barcelona... Cuando oyes hablar de baloncesto en sus ponencias a estos entrenadores top, reafirmas que su baloncesto es el mismo que analizas cuando ves jugar a sus equipos. Pero siempre hay detalles, frases o conceptos que te sorprenden, que anotas para incluirlos en tu baloncesto. Te llama la atención que ellos aprenden de ellos mismos y tienen la humildad para reconocerlo allí públicamente delante de tantos entrenadores o futuros entrenadores.

Pero el mayor aprendizaje que he tenido estos días no ha sido en la cancha de baloncesto. He tenido la suerte de compartir almuerzos con muchos de estos entrenadores top. Son reuniones en mesas con mantel que valen más por lo que callas y escuchas que por lo que hablas e intervienes.

A alguno de ellos ya lo conocía personalmente porque, en un pasado algo lejano ya, habíamos compartido entrenos y equipo cuando ellos eran menos conocidos y entrenaban en ligas menos importantes. Te gusta comprobar que, ahora que son la élite, siguen siendo los mismos con los que compartías muchas horas de trabajo y alguna que otra risa. No han cambiado, el éxito no los ha devorado.

De los que no conocía, me ha sorprendido la humildad, la cercanía. No se sienten lo que son, los mejores entrenadores de España, que lo mismo quiere decir que son de los mejores entrenadores de Europa. Son gente normal y corriente que comparten el mismo amor por el baloncesto y, como nosotros, les encanta hablar de baloncesto.

Cuando inician sus ponencias no sorprende tanto el baloncesto que exponen o lo que dicen como la pasión con la que lo dicen. Les ves disfrutar hablando de su baloncesto, incluso hasta llegar a emocionarse.

Pero no solo de las grandes estrellas he aprendido. Mis compañeros me han ratificado que el trabajo en equipo es la clave del éxito, que compartir es básico, que si estás dispuesto a ayudar no te debe importar pedir ayuda cuando lo necesitas y que el equipo está por encima de las personas. De ellos también he aprendido.

Y de los alumnos, a los que hemos tratado como a un igual puesto que, si las grandes estrellas te tratan a ti con absoluta igualdad, ¿quién eres tú para considerarte superior a cualquier alumno? Es que, además, para eso de creerte mejor que otro hay que servir y nosotros no servíamos para eso... Los alumnos nos han enseñado esa ilusión por ser entrenadores y aprender de quien sea. El día que no tengas esa ilusión será el día que debas retirarte y dedicarte a otra cosa. Ellos me han hecho sentir lo que soy, uno más de ellos. Lo único que me diferencia es que yo he tenido mucha más suerte por ahora y he tenido el privilegio de trabajar junto a los mejores entrenadores y aprender de ellos. Además, he tenido la fortuna de entrenar a jugadores buenísimos.

Y todos hemos recibido una magistral clase de liderazgo. Esta fue impartida por nuestro director, desde la humildad, sin alzar nunca la voz, sabiendo oír a todos, creando un ambiente inmejorable para trabajar, sabiendo repartir tareas y siendo el pegamento para que el grupo estuviera fuerte y unido cuando el cansancio pudiera hacer mella. Él siempre estaba dispuesto a sacarnos una sonrisa y ha sabido soportar esa autopresión por querer hacerlo genial, por no defraudar. A él le debo la oportunidad de formar parte de esta experiencia que he disfrutado al máximo. ¡Gracias por confiar en mi y enhorabuena por el éxito!