El canal HBO ha vuelto a poner de moda a Gil. No al gilismo, legado que goza de salud. Que sigue vivito y coleando, más bien habría que decir, vivito y construyendo. Vivito y gobernando. Aquí y allá en no pocos municipios de esta España incapacitada para las coaliciones.

Gil sobornó, manejó el dinero público de aquella manera, construyó donde deberían emplazarse colegios, zonas verdes o centros de salud. Amenazó, coaccionó y tuvo la complicidad de la inmensa mayoría de la población de Marbella que, sobre todo en el 91, lo votó en masa. Harta de la corrupción del PSOE de entonces y de la decadencia del municipio, bien es cierto.

A continuación, tras su triunfo en las municipales, él enchufó a centenares de personas. Policías, jardineros, asesores, empleados de la limpieza, etc. Clientelismo puro. De toda la vida. Pionero de qué. Indultado tras aquella tragedia de Los Ángeles de San Rafael por el franquismo, urge un documental, la cara b de lo que la serie enuncia. Con entrevistas a Moreno Brenes, por ejemplo, secretario del ayuntamiento por aquel entonces, que podría ilustrar bien cómo y de qué manera se represaliaba y hacían las cosas. Como lo acosaban. A periodistas, a políticos de la oposición, dirigentes vecinales, ecologistas etc. Gil daba juego y no pocos periodistas de Madrid lo encumbraron. Algo tendría de bueno, sí, algo, nadie es malo cien por cien, el ser humano es ambivalente. Y tal.

Gil transmutó la fisonomía de Marbella que con él permutó a un Benidorm con oropeles, a un destino hortera, dicho sea con dolor de marbellero. Sin embargo, Marbella resurge y es una ciudad de ensueño que aún tiene clase y atrae al turismo más adinerado y chic por mucho que se quede en sus mansiones (¿haciendo chic chic?) y ya sea difícil ver a sus representantes por las calles, más dadas a ser tomadas por representantes del turismo de toda la vida, de toda la Costa, turismo medio, media clase, madrileños por el mundo, señores de Manchester, berlineses y los finlandeses, pongamos por caso. Cada vez que uno acomete una columna sobre Marbella no puede evitar evocar la frase de Raúl del Pozo: Marbella es Chicago con buganvillas. Frase que definió un tiempo, que habría que revisar desde la admiración. Tal vez revisar al atardecer, con un gin tonic revisando el Mediterráneo desde el Puente Romano o el Marbella Club, invocando a los fantasmas, a los espíritus, de aquellos sí, pioneros. Aristócratas, gentes de buen vivir, pioneros, Ricardo Soriano, Edgar Neville, Hohenloe, y tantos otros. Y no tanto tal y tal.