La disfunción eléctrica consistente en que el temporizador de los aseos no coincida, ni de lejos, con el tiempo medio de micción, dejando al emitente a oscuras en pleno actuar, no parece tener remedio ya en la hostelería. Pero no se si es peor esa disfunción o la que afecta a la señalética de género en los servicios, con peoras constantes. Retengo casos singulares: el de distinguir utilizando figuras infantiles, impropio por razones obvias; el de hacerlo vistiendo a la dama con vestido de época y al caballero con levita larga, haciendo difícil la distinción al usuario que llega apretado o es corto de vista; o, el último recolectado (y en restaurante de primer nivel absoluto), el de poner una gran rosa en las puertas, que es de color rosa en un caso y negra en el otro. ¡Con lo sencillas que eran las cosas antes de que todos quisieran parecer tecnológicos, finos o sutiles!