Hace ya unos años España comenzó a superar la mayor crisis económica en medio siglo, que aun colea. Ahora va superando, aunque sea a trompicones, su más grave crisis territorial, con el independentismo estancado, dividido y a la defensiva. Ese es el escenario del duelo que han trabado Sánchez e Iglesias. Los duelistas han ido llevando su pleito a un solo punto: si Iglesias entra o no en el Gobierno. Sánchez no ha explicado los motivos del veto, pero cabría pensar que teme poner en peligro la superación de las dos crisis existenciales del país. Sin embargo hay un punto en que ya no importan los motivos, importa el pulso, o sea, saber quién manda. Es un duelo duro, claro, bello, y, estando la economía y el conflicto territorial encaminados, sin mucho riesgo para el espectador. El riesgo es para la hegemonía de la izquierda en España (las elecciones, como las armas, las carga el diablo).