La teoría sería ésta: el pasado y el destino (una misma cosa, un simple desplegable) se manifiestan de modo explícito en el plano simbólico, y lo hacen de un modo un tanto burdo y simplón (kitsch), para lo que cabría esperar. Por ejemplo: la cancelación del evento que conmemoraría el medio siglo del concierto de Woodstock celebrado entre el 15 y el 18 de agosto de 1969 marcaría la conclusión definitiva del tiempo abierto por la revolución cultural de los años 60 del siglo XX. Y engarzaría con ese mismo final de fiesta el estreno de la película de Tarantino en el 50 aniversario de la matanza llevada a cabo por la llamada «familia Manson», al quedar enlatada en celuloide y en clave de comedia negra. Bien, siempre colean restos biológicos que se resisten a fenecer (por ejemplo algunos viejos rockeros que aún baten el cobre) pero habrá que pasar a otro sueño o (al gusto) a otra pesadilla.