Subsistimos una de las semanas más calurosas con la llegada del terral, ese amante ardiente que abraza a Málaga de forma tan singular. Las alertas se revisten de amarillo cuando el apasionado «poniente se aterrala»; en el instante que los vientos del oeste giran a noroeste o norte-noroeste y la ciudad se siente exclusiva, sofocante y sin embargo señera, con esta calidez extrema.

La hipertermia o exceso de calor puede provocar, entre otros efectos, cuadros de fatiga e insomnio; cansancio; cefaleas; disminución de la memoria y cambios bruscos en el estado de ánimo debido a que la calorina se padece como una situación estresante, generadora de aturdimiento, confusión, irritabilidad y sueños fragmentados.

Todas estas alteraciones parecen aglutinarse en el que fuera hasta el lunes director de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales y secretario general de Innovación Cultural y Museos, Fernando Francés, quien ha presentado su renuncia por carta a la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico tras apenas siete meses en el puesto.

En su misiva de abjuración, el que dirigió durante quince años el CAC Málaga -instigando no pocas controversias- declara: «Nunca antes me había quemado tanto en un trabajo en tan poco tiempo». Supongo que no habrá sido tan solo por las secuelas del terral de su cargo sino, como él mismo apunta, «la energía que he tenido que poner en cada logro no me compensa en lo personal». ¿Será la nómina de secretario general?

Cierto es que Francés tiene asuntos pendientes con la justicia: su presunta cooperación con el artista Invader o la denuncia de agresión admitida a trámite realizada por la artista Marina Vargas.

El escritor Bernard Shaw me comenta sobre esta dimisión: «El hombre puede trepar hasta cumbres muy altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo».