Es curioso como la NBA puede darnos tal reconocimiento y tengamos que haber esperado al 2019 para entender que el trabajo mental es necesario y poder tener a profesionales relacionados con la salud mental en los equipos.

He podido leer y escuchar cómo en ocasiones se trata el tema desde un punto de vista clínico, de ahí el tema psiquiátrico o enfermedades mentales, pero no siempre es necesario llegar a esos niveles con una correcta prevención, evaluación, un seguimiento específico y un plan de desarrollo adecuado para cada persona.

A todo esto hay que sumarle la formación en habilidades mentales e inteligencia emocional, que no solo sirve para el desarrollo profesional de los deportistas, sino para su propia evolución como persona, perteneciente a una familia y a una sociedad. No se debe aislar o separar conceptos, el jugador es un todo y debe cuidar todos los aspectos implicados en su trabajo.

En la mayoría de las ocasiones se acude al psicólogo cuando se está desbordado y el problema lleva enquistado tiempo, sin haber podido encontrar soluciones y habiendo afectado ya al control de uno mismo y en ocasiones a la familia.

Considerar a los deportistas de alto rendimiento superiores física y mentalmente es un error, cada uno tiene su talento y la mayoría trabajan como hacemos todos en nuestro trabajo. Acumulamos cansancio, estrés, dudamos de nosotros mismos en ocasiones complicadas, nos sentimos superiores, sentimos pereza, soledad e incluso afrontamos complicaciones económicas o relacionadas con la familia y la salud. El deportista trabaja en el mundo del deporte y cada vez más, como en el resto de ámbitos, se exige más. Cierto es que cada vez se está normalizando más las dificultades psicológicas y son muchos los deportistas que hablan con libertad, aun así, nos queda camino por recorrer.

La formación como prevención la considero fundamental y necesaria, requiriendo tiempo para entrenar las habilidades mentales y formando parte del entrenamiento, como el aspecto físico. La práctica hace al experto y es muy importante entrenar la psicología del deporte, integrarla en los entrenamientos y trabajarla para obtener los mejores resultados en la competición y en la vida.

Durante los entrenamientos se puede conocer muy bien a una persona y ayudarla a ser mejor significa ayudarla dentro y fuera de la pista, pudiendo aplicar muchos conceptos a su vida privada y teniendo mejor calidad de vida consigo mismo y los de su alrededor. El deporte es el mejor escenario de vida, y con un buen asesoramiento psicológico se puede sumar mucho a una persona, sumando a su vez a su alrededor. Es un cumulo de beneficios y al final, lo bueno atrae cosas buenas.

Por otro lado y por desgracia, seguimos encontrando relaciones de psicología y locura, además de personajes vende humos que se consideran conocedores y expertos en conducta y pensamiento. Muchos deportistas han accedido a estas personas y han acabado decepcionados y sin respuesta alguna, cerrando de nuevo la puerta a la psicología del deporte o la psicología como ciencia en general. Psicólogos malos también habrá, pero no es razón suficiente como para seguir sufriendo en silencio o adaptarte a una situación desagradable.

La NBA nos está empujando en España, la Psicología del deporte sigue creciendo y cada vez más deportistas, entrenadores y familias se ponen en nuestras manos para solucionar problemas, mejorar rendimiento o evitar sufrimientos innecesarios.

Desde aquí hago un llamamiento hacia la confianza en la formación como prevención, para entrenar la vida y la nueva sociedad a la que nos enfrentamos y tanto avanza sin control. Utilizar el deporte como prevención y crecimiento personal debería ser un objetivo de educación y desarrollo, y somos muchos los que creemos al 100% que es posible y nos dedicamos a ello.