En una fábula es al final cuando, en puridad, debe llegar de forma súbita el mensaje didáctico, haciendo que de pronto las piezas encajen. En la portada de La encantadora familia Dumont, de Juan Aparicio Belmonte (Siruela, 2019) aparece una enorme y enigmática pulga, cumpliendo así en cierto modo el clásico recurso de la fábula a los animales, aunque trate, en el fondo, sobre los bienes o males que llegan de cualquier pasado, sea a través de la genealogía, la familia o la historia. Un día que el protagonista se siente mal, algo pica a su puerta: «siempre llega el gen que quiere sobrevivir y no te deja morir en paz», se dice entonces. Aunque la novela, muy bien escrita y que es de humor y amor, resulte a ratos desconcertante, la clave de la fábula (las pulgas del pasado) impone al final una rumiación en la que el lector goza de gratificantes matices y nuevas llaves de comprensión.