Preocupan a muchos demócratas en Alemania las reacciones xenófobas a la presencia creciente en las aulas de los colegios públicos de escolares de origen inmigrante, sobre todo cuando se trata de africanos o musulmanes.

Algún político ha llegado a proponer que se retrase el comienzo del curso para aquellos niños que, por no hablarlo nunca en casa, demuestran un escaso conocimiento del alemán, de modo que su ignorancia no perjudique al resto.

¿No sería, sin embargo, discriminarlos aún más? ¿Por qué, habría que preguntarse, no dedica el Estado más dinero a la enseñanza en lugar de estar obsesionado, para esta y tantas otras cosas, con el déficit cero?

¿Por qué no emplea, por ejemplo, a más maestros para que se ocupen de las necesidades especiales de esos niños? ¿O es que se trata de promover, como ocurre también en otros países, la escuela privada en detrimento de la pública?

Hay padres que expresan rechazo por el hecho de que en algunos centros con escolares de distinto origen, como hay tanto en Berlín, se hable de excluir del menú la carne de cerno en atención a los niños de religión musulmana.

Y ¿qué decir de las declaraciones de un político cristianodemócrata, nada menos que del encargado de asuntos africanos del Gobierno federal, según las cuales habría que construir 20 centrales atómicas al año en ese continente para que los africanos dejasen de talar árboles y de dedicarse a procrear en cuanto llega la noche?

Todo esto y muchas más cosas que se comentan a todas horas en las redes sociales no hacen sino llevar agua al molino de Alternativa para Alemania, un partido que comenzó siendo euroescéptico y ha terminado contagiado de ideología ultranacionalista.

Alternativa para Alemania - AfD por sus siglas en alemán- no deja de subir en las encuestas y tiene una fuerte presencia en los 'laender' de la antigua RDA hasta el punto de estar a punto de superar ya casi a la Unión Cristianodemócrata de la canciller Angela Merkel.

En tres de esos 'laender', como los de Turingia, Sajonia y Brandemburgo, se celebran elecciones este año, y si hemos de creer los sondeos, la ultraderecha podría convertirse allí en la fuerza mayoritaria y obligar a otros a aliarse con ella.

Los llamamientos de los dirigentes de otros partidos, desde el SPD, Die Linke ( La Izquierda) o los Verdes hasta los cristianodemócratas o cristianosociales bávaros, a favor de aislar a la AfD parecen caer allí en saco roto.

Alternativa para Alemania explota demagógicamente el resentimiento de muchos ciudadanos de la antigua RDA que se sienten hoy en clara desventaja frente a sus compatriotas de la parte occidental, que es la más rica, y a los que acusan de mirarles por encima del hombro.

Se consideran principales víctimas de la globalización neoliberal, a la que culpan de haberlos dejado en la cuneta y, lo que, para muchos es aún más grave, haberles privado de su sensación de pertenencia, de su identidad nacional.

Y esto último es lo que la ultraderecha promete devolverles y lo que constituye la clave de su auge en los sondeos, sin que a muchos de quienes están dispuestos a votar a AfD parezca importarles demasiado la proximidad de algunos de sus dirigentes a la ideología nacionalsocialista.