Mientras el verano llega casi de repente al irse de las calles los buses escolares, y se nos echa encima tras la declaración del IRPF, el otoño aparece primero como augurio en tres momentos de agosto: cuando dejan el nido las cigüeñas y se van al Sur con sus pollos, cuando empiezan a proliferar anuncios de lotería para el Gordo y cuando en unos grandes almacenes de todos conocidos se anuncia la vuelta al cole. Luego, con el fútbol, ya casi está ahí. Creo que algo parecido lo he escrito aquí algún otro año, pero eso no hace más que reforzar, a muy pequeñita escala, el hecho estacional. Algunos perciben esa premonición del otoño como una amenaza casi siniestra, y otros (entre los que me encuentro) como una promesa de otra calidez distinta de la de la temperatura, no muy lejos ya de la llegada del frío. Las vísperas siempre tienen, además, una magia especial de tiempo sin consumir.
- Multimedia
- Clasificados
- Servicios