De buena mañana, coinciden en la cocina. Dani se ofrece a preparar café.

-Vale, pero me lo tomo rapidito -dice María-: he de irme a ensayar el Hamlet... Con tanta fiesta este finde, no he repasado la escena.

-¿Qué haces, de Ofelia? -se interesa Eva.

-No.

-¿De Gertrudis, la reina? -aventura Dani.

Sonriendo, María mueve la cabeza negativamente.

-¡De Hamlet, príncipe de Dinamarca! -prorrumpe, triunfal.

-Pero ¿en plan Hamlet princesa, Hamlet príncipe interpretado por una mujer o Hamlet príncipe interpretado por una mujer que no se sabe que es una mujer? -multipregunta Eva.

-Es un Hamlet multigénero y poliédrico: actrices y actores vamos a cambiar de personaje en cada escena. La idea es demostrar que cada persona tiene en su interior un Hamlet, una Ofelia, una Gertrudis...

-La idea es buena, pero el resultado puede ser un poco lioso, ¿no? -reflexiona Dani.

María lo mira con fastidio. Le cansa que siempre ponga inconvenientes a todo. Le dice:

-Es que la vida es un caos, un lío. Un cuento cruel narrado por un idiota, como dice el mismo Shakespeare. Y es justo lo que pretendemos hacer: confundir al público, que reflexione sobre el inmenso y eterno carnaval de máscaras que es la existencia. Palabras de Ricardo.

-¿De Ricardo III? ¿El de «mi reino por un caballo»? -replica Dani, cada vez más perdido.

-¡No! -dice María riéndose-. Ricardo, el director de la obra.

-¡Ah! -exclama Eva-. ¡El Richi! ¿El chaval que dirigió los números de Cabaret que hicimos en la Escuela el año pasado? -María asiente, sonriente-. ¡Está buenísimo! -dice Eva con entusiasmo-. No es que sea guapo, pero tiene un morbo impresionante y un pelazo precioso.

-Espero que haya aprendido algo desde entonces, porque menuda basura de dirección hizo -dice Dani, molesto.

-¡Ya salió el señor perfecto! -le responde María-. Él, al menos, hace cosas; tú solo las criticas.

-¡Oye, que yo escribo!

-Dices que escribes. Llevas dos años con escena y media de la Gran Obra Maestra que, con toda seguridad, no vas a acabar en tu vida. ¿Sabes? Deberías pegarte a Richi.

-¿Yo, a ese personajillo? -arremete Dani.

-¡Sí! Es un tío estupendo, genial, de una energía arrebatadora. Salvaje, atrevido; como él mismo dice, cien por cien políticamente incorrecto.

-Ya. Ahora los tontos integrales se definen así.

-¡Bueno, bueno, tengamos la fiesta en paz! -tercia Eva-. ¿Y te ha escogido a ti para el papel de Hamlet? Su novia también es actriz, ¿no?

-Era -repone María.

-Ya no es actriz...

-Ya no es su novia.

Un silencio cómplice entre Eva y Dani llena la estancia. María añade:

-Pero no estoy liada con él ni nada de eso. Richi es un tío muy profesional, y pensó que yo era la más adecuada para el montaje, eso es todo.

Dani apura el café de un golpe y se levanta de la mesa. Con una pose bastante melodramática, en el umbral de la cocina suelta:

-¿Y qué harás cuando se canse de ti y busque a otra presa para sus delirios egocéntricos?

María suspira y no le responde. Dani se va. Eva moja una galleta en el café mientras dice:

-No se lo tengas en cuenta, está coladito por ti.

-¿Sí? Pues que espabile.

-Eso le decimos, pero es de lo más inseguro. Cree que tú pasas de él y que nunca te tendrá, que eres como su Beatriz.

-Dani lee demasiado. Y mira que es difícil que eso sea un defecto, pero él lo consigue. ¡Me saca de quicio!

-Vaya. Pensaba que te era indiferente.

-Hoy ensayamos por primera vez con el hológrafo la escena en la que se le aparece el padre a Hamlet. Es de una gran intensidad dramática; Richi dice que es la clave emocional del desarrollo interior del personaje. Kantor, de hecho, decía que€

-¡Un hológrafo! -interrumpe Eva, amiga de las maquinitas y, sobre todo, gran conocedora de las infinitas charlas que se marcan actores y actrices sobre la construcción de su personaje-. ¿Dónde lo habéis pillado?

-Es... alquilado -le responde María-. Ha costado su dinero, no pensábamos que fuéramos a tenerlo, pero al final€, ahí está. Con él, como dice Richi, la escena adquiere gran realismo.

-No es por darle la razón a Dani, pero solo a Richi se le puede ocurrir decir que una escena en la que aparece un espectro ha de quedar realista -apunta Eva.

Esta vez, María no le hace caso.

-Estoy deseando llegar al ensayo, seguro que va a quedar genial. Ya te contaré.

Ambas callan y se sumergen en el café. De fondo, oyen el teclado de Dani, que escribe diríase que con rabia y determinación. María sonríe: como buena actriz, le encanta ser el centro de atención.

-Puedes hacerlo pasado mañana.

-Paso.

-Como veas. Yo el artículo voy a hacerlo de todas formas.

-Tú mismo, tío, tú mismo.