Hablando de memoria histórica, ¿dónde ha ido a parar aquel tercio de anarquismo que había en España antes de la Guerra Civil (y durante ella, claro), y que se repartía a lo largo y ancho de la geografía patria? Sería fácil atribuir ese escamoteo al desarrollo económico, pero el anarquismo dominaba tanto en zonas agrarias y paupérrimas (caso de Andalucía) como en regiones industriales y prósperas (caso de Catalunya). Tal vez sea más razonable pensar que se haya repartido en la base social, como un nutriente, y hoy alimente ese temor al poder que, por paradoja, hace que cueste tanto entregarlo a un dirigente o a un partido, achicando el campo de los acuerdos políticos. Ese sustrato libertario nos haría ver el poder como una maldición que, aunque sea inevitable, hace un juego de suma cero con nuestras libertades políticas (a más de aquel menos de estas). ¿Se tratará de esto tal vez?