En Italia el movimiento antisistema con más poder político de Europa (el M5S) está a punto de mudar de socio, dejando al ultra Salvini y repartiéndose el gobierno con el Partido Democrático, una socialdemocracia clásica. El cambio supondrá sin duda una mayor estabilidad y coherencia del poder, una corrección de cierta deriva antieuropea y un modo suave de regreso a la ortodoxia del sistema. ¿Qué significa hoy entonces ser antisistema? Nos podemos poner sarcásticos y hasta crueles, pero en el fondo es una bendición que en Europa se crea tan poco en las creencias, y se respeten sólo los procedimientos. Quizás le debamos algo de ese hecho feliz, paradójicamente, a la religión dominante en Occidente, tan procesal y formal, pero a la hora de la verdad sentida y creída nada más lo justo. El caso es que lo normal es acabar siendo pro o anti-lo-que-sea solo en una medida razonable.