Hace algunas décadas, cuando la inestabilidad política reinaba en Italia y se sucedían las crisis de Gobierno, muchos italianos se encogían de hombros y aseguraban que sin Ejecutivo las cosas marchaban mejor. Era una broma divertida, una forma de denunciar el estatalismo y de afirmar que las energías de una nación no dependen de quien está a los mandos de la política. Pero no es cierto. Con el tiempo se ha visto que la falta de reformas de un proyecto de medio y largo plazo ha afectado seriamente a nuestros vecinos. Esperemos no acabar igual.

Jesús Martínez Madrid

Málaga