La Tercera de ABC ha sido, de siempre, un espacio de opinión abierto a la derecha, sobre todo a la más monárquica, católica y conservadora. Durante la dictadura escribieron en esa página importantes personajes de la intelectualidad que sobrevivió a la Guerra Civil. La mayoría de ellos gente de buena pluma y cultivada erudición que aprendió muy pronto a sortear los asuntos políticos para lucir la prosa en otros cometidos menos peligrosos. En esa Tercera hicieron brillar su ingenio filósofos como Ortega y Gasset y Julián Marías, escritores como Azorín, Pérez de Ayala, Jacinto Benavente, Fernández Flórez, José María Pemán o Gregorio Marañón o periodistas como José María Masip.

Con la democracia, dejó de ser el espacio privilegiado que había sido durante la satrapía y aparecieron otras tribunas para dar cauce a la variedad ideológica que permitía el nuevo régimen. Como consecuencia, el nivel literario de la Tercera decayó notablemente. No obstante, todavía es posible leer algunas curiosidades. Por ejemplo, la que nos brindaba el viernes Francisco Vázquez, exalcalde de A Coruña (él la escribe siempre con L para hacer notoria su castellanización) y embajador a la fuerza en el Vaticano para echar tierra sobre el escándalo de la compra de su casa. El artículo lleva por título La (des)memoria histórica y va ilustrado con el dibujo de cuatro hileras de calaveras ensartadas con un palo pintadas con lo que parecen los colores de la bandera republicana. El resto del artículo es un pretexto para insultar a la dirección actual del PSOE, una facción a la que él califica de «okupa», y cuyo principal objetivo, según parece, es reconvertir ideológicamente un partido antaño patriótico en un instrumento del revanchismo. «Todo este revanchismo alentado desde el gobierno sanchista -escribe Vázquez- nos retrotrae a los españoles a 1939, ya que los mismos discursos y políticas de entonces son los que hoy se aplican, simplemente invirtiendo los términos: la ley de Memoria Histórica sustituye a la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería mientras que el Tribunal de Orden Público es reemplazado por la llamada Comisión de la Verdad. No es una memoria para todos».

El aserto parece una demagógica exageración. Como también lo son las interpretaciones sobre el pacto de no agresión entre la Alemania nazi y la Rusia Soviética (que no evitó la posterior invasión ni las matanzas de Katyn). Y en otro sentido, los asesinatos, a manos de incontrolados, de exministros republicanos un 23 de agosto de 1936 en la cárcel Modelo de Madrid. Por cierto que, uno de ellos, fue un tío abuelo mío, Manuel Rico Avello, que había sido ministro de Gobernación y Hacienda en dos gobiernos distintos, y Alto Comisario de España en Marruecos. Traer a colación a tanta gente, y tan distinta, para un ajuste de cuentas político, no acredita rigor intelectual.