Albert Rivera ha reaparecido después de un mes. A este respecto el tendido está dividido: hay quienes piensan que nos ha dejado descansar de él poco tiempo. Otros estiman que un mes es demasiado asueto para un político. Puede que esté negro, pero moreno no viene. Rivera ha estado todo el mes pensando una frase ingeniosa y la ha hallado: «España suma pero la corrupción resta». Esa ha sido su contestación a quienes le inquirían acerca de la posibilidad de exportar fuera de Navarra la marca España Suma, que agrupa en esa región a las derechas. Lo malo de convertir a España en marca política es que conviertes a los demás en anti España. Monopolizas el término y el concepto y ya la tenemos liada otra vez. Rivera ha llamado finamente corrupto al PP y el graderío de la izquierda ha aplaudido al fin, harto de las invectivas del caudillo naranja hacia el socialismo.

Pero más que siglas y declaraciones aquí lo que nos interesa (además de dónde vamos a almorzar) es si un líder político debe o no tomar tantas vacaciones. Es bueno que hagan pedagogía del ocio. Trabajar cansa y descansar recarga intenciones y pilas. El estajanovismo del que hacen gala algunos políticos, todo el día en danza, toda la jornada inaugurando cosas, probando paellas populares, dando entrevistas y apatrullando la ciudad, resulta estomagante además de hartible. Y no les deja tiempo para leer.

Agosto ha sido atípico, si bien esta frase valdría para los agostos del último lustro. Agosto es un mes tan potente que en septiembre continuamos hablando de él. Nos encaminamos a unas elecciones que serían las cuartas en demasiado poco tiempo. Las empresas de sondeos hacen su agosto. En septiembre. Todas dan por hecho que PSOE y PP suben en escaños y que los nuevos partidos, que ya van teniendo una edad, caen en intención de voto. La gente va regresando a su rutina. Ya es rutina que haya elecciones. Nos resulta rutinario que no puedan ponerse de acuerdo. A Rivera es al que más perjudica que haya comicios pero, teniendo en su mano evitarlo y, de paso, desanudar lazos del PSOE con partidos revoltosos o nacionalistas, es incapaz de variar su posición. Tal vez necesita más vacaciones para pensar. Claro que una ausencia excesiva daría aún más protagonismo a Inés Arrimadas.

Mientras, Sánchez se apresta a presentar hoy un programa de Gobierno con trescientas propuestas. Ah!, ¿pero hubo alguna vez trescientas ideas?

Trescientas propuestas que bien pueden ser trescientas páginas. O doscientas. Demasiado para un país que no lee. A no ser que entre esas propuestas vaya la de que Pablo Iglesias sea ministro, barruntamos que no van a prosperar o a ser tenidas en cuenta.