Entre la maraña del brexit, los pactos que pudieran haber sido y aún no son, la muerte de Blanca Fernández Ochoa (de cuya búsqueda hemos sido testigos en directo, ya todas las vidas y todas las muertes son observadas por todos) y la conclusión de que los discos duros de Bárcenas se rompieron ellos solitos, se cuela alguna información que nos hace mirar al cielo y albergar alguna esperanza de mejora.

Stephanie Olson, una científica de la Universidad de Chicago, anda buscando otros mundos y ha llegado a la conclusión de que en los exoplanetas, es decir, esos mundos que quedan fuera del Sistema Solar, podría haber vida «más exuberante y variada» que en la Tierra. De momento, hay localizados unos 4.000 exoplanetas. Las posibilidades son muchas, es evidente.

Yo siempre he sido muy de mirar al cielo y de enredarme en la vieja pregunta, que acude siempre como un fantasma familiar y antiguo y querido que da su ronda: ¿habrá alguien, o algo, ahí fuera?

Pero en realidad lo que más me ha preocupado es qué pensarán. Siempre me ha inquietado saber, si de verdad están ahí, qué sentido tendrán de la vida, y de lo que les rodea, y de lo que les ocurre. ¿Habrá allí algo preguntándose cómo seré yo? ¿Habrá desarrollado el conocimiento, la duda, la ética? ¿Se habrá mirado dentro, al alma, se habrá dicho «conócete a ti mismo»?

¿Se estremecerá con un poema, con una forma, con un sonido? ¿Sabrá querer como yo quiero, o mejor, más profundo, más adentro, más cerca? ¿Tendrá hambre, sed, dolor, miedo? ¿Le acosará la guerra, el frío?¿Llorará a sus muertos, odiará a los diferentes, temerá a los desconocidos, reirá?

Consuela creer que no estamos solos en este infinito que no es infinito pero que al cabo da igual porque no lo abarcamos y apenas si llegamos a intuirlo. Reconforta la idea de que quizás, un día, algo que sepa más que nosotros venga desde donde quiera que esté y nos explique todo lo que venimos preguntándonos desde hace tantos siglos, desde el día aquel en que nos pusimos en pie y vimos que éramos lo que al fin somos, unos monos pelados que han alzado la vista, han comprendido que van a morir y tienen miedo.

Pudiera ser posible que en alguno de esos exoplanetas haya algo con muchas preguntas y tal vez con algunas respuestas. Puede que allí, a muchísimos años luz de distancia, aparezca un ser tan perplejo ante la vida como yo en esta mañana en que escribo, frente a la ventana, mirando un cielo que anuncia ya el otoño.