El 35% de los niños y adolescentes españoles tiene obesidad o sobrepeso y es considerado uno de los problemas de salud más grave en el siglo XXI. El desarrollo físico, social, cognitivo y emocional de un niño debería ser prioritario para todos nosotros, siendo la base de un futuro adulto. Para ello es fundamental un ambiente favorecedor y estimulante.

La familia y personas encargadas de la formación y desarrollo deben crear unas raíces firmes y consistentes, suficientemente largas como para aguantar un árbol grande y pesado. Todas las ramas y en general la copa de árbol lo conforman todas las experiencias del niño. El colegio, los amigos, los viajes, las actividades, los deportes y todo el entorno del niño fuera de casa lo condiciona y debe tener unas raíces lo suficientemente fuertes como para mantener el tronco erguido y no tumbe más de la cuenta.

Las familias tienen mucha responsabilidad y no se debe mirar hacia otro lado cuando hablamos de niños entre 8 y 16 años. Con esa edad comen lo que hay en casa, obtienen los hábitos que les introducen sus padres y aprenden reacciones por aprendizaje espejo que ven en su familia.

¿Qué estamos haciendo con la tecnología y los niños? ¿Es realmente la mejor forma de quedarnos los adultos tranquilos? Pan para hoy, hambre para mañana...

Las horas que tantos niños dedican a las pantallas y la educación que están desarrollando con estas no van en línea con la realidad. La vida real requiere relacionarse para poder desarrollarse, requiere contacto para poder encariñarse, requiere conocerse a no mismo y a los demás para poder saber a lo que uno aspira en la vida. Las pantallas no te dan vida, quizá la facilite en determinados contextos pero en este caso concreto, está perjudicando la niñez y la adolescencia.

Es muy importante que desde pequeños se eduquen en un horario para la pantalla y si no son tan pequeños, desde ya. Controlar las horas de teléfono y dejar los teléfonos fuera del lugar donde se descansa o se estudia. Salir a comer, pasear o al cine sin teléfonos y que sean los jóvenes los que vean dichas conductas en los adultos. Tampoco usar los teléfonos comiendo, trabajando, entrenando o estudiando- No podemos pedir algo que nosotros no hacemos, ni poner normas para ellos que nosotros nunca cumplimos.

Cuando son pequeños hay muchas formar de entretenerlos y además, considero que no se debe tener tanto miedo al aburrimiento. Aburrirse no es tan malo, genera creatividad y quita el miedo a la soledad. Muchos jóvenes no saben estar solos, buscan gente (ya sea física o por redes sociales) para mantener algún tipo de contacto y en cuanto no están haciendo algo planificado o hablando con alguien concreto se aburren. Hay que aprender a aburrirse, e incluso con la edad, educar a que no se note el aburrimiento en determinadas ocasiones. Son detalles de valores y respeto.

La falta de actividad física también está relacionada directamente con la obesidad, ya que cada vez son más los jóvenes que no practican deporte y en numerosas ocasiones lo acaban abandonando en la adolescencia.

Hacer deporte a diario debe ser un hábito, al igual que sentarse a estudiar en época de colegio, y los hábitos de casa necesitan de la ayuda de los padres, al igual que los hábitos dentro del entrenamiento necesitan la ayuda de los entrenadores. No podemos pretender generar un hábito sin repetición, constancia, recuerdo y EJEMPLO.

«Siembra un acto y cosecharas un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino».