Queridos papás y mamás de niños y niñas adolescentes: Comienza el curso escolar, los entrenamientos, las clases particulares y las peleas por los horarios. Por tanto, aumenta el nivel de tensión en casa nada más llegar el otoño. Además os empezaréis a preocupar (algunos deberían ocuparse más y preocuparse menos) más por los estudios, el buen descanso, el comportamiento en el colegio y los entrenamientos, los fines de semana, los teléfonos, las redes sociales€ ¡El nivel de tensión sigue subiendo en casa!

Durante la adolescencia son muchos los desequilibrios, idealismos y desilusiones que se experimentan, provocando por desgracia multitud de confrontaciones familiares, sociales, escolares o deportivas. Por ello, sois FUNDAMENTALES.

La adolescencia no es el momento para separaros más de vuestros hijos porque son más autónomos e independientes (eso se tiene que demostrar e ir trabajando con calma). Son muchos los adolescentes que pierden la motivación y la ilusión por determinadas cosas porque sus padres han dejado de acompañarlos, o han perdido la importancia de determinados valores como comer juntos en familia porque sus padres han dejado de insistir en la importancia del mismo, o han perdido la confianza a la hora de contar sus problemas porque sus padres no les han prestado el tiempo necesario para generar la confianza que se necesita para contar cosas que realmente le preocupan o temen.

La adolescencia es una etapa decisiva en el futuro, ya que los jóvenes empiezan a consolidar tanto su personalidad como efectos tales como la autoestima, la capacidad de confiar en uno mismo y en los demás, la atracción, la amistad, etc.

¿Cómo podemos ayudar? En casa deben seguir existiendo normas, consensuadas entre todos, ya que los adolescentes despiertan un sentido de la justicia fuerte e impulsivo. Haciéndoles partícipes de los deberes y normas y dejándoles claras las consecuencias. Las normas cuidan la seguridad y el respeto en casa.

No pedir comportamientos adultos a los jóvenes y comportarse de manera ejemplar los adultos. Los adolescentes sufren desequilibrios y, en ocasiones, pierden la paciencia y expresan rebeldía por inseguridad. Buscamos que sean seguros de sí mismos, aceptando sus emociones y comprendiendo las de los demás, por tanto, debemos asistirlos, comprenderlos y ayudarlos de una manera ejemplar. De aquí la importancia de la formación en inteligencia emocional para todos. Ellos reaccionarán muchas veces como están acostumbrados a ver a sus padres reaccionar. No hay mejor guía que un buen ejemplo a seguir.

Los adolescentes necesitan crecer, avanzar y progresar, y los padres son fundamentales para enseñarles la ilusión por probar, el orgullo de la constancia, el entusiasmo por seguir buscando y la capacidad de adaptación. Conocer juntos nuevas opciones, usar el sentido del humor ante el fracaso, animar con lo diferente, apoyar las derrotas, acompañar la soledad. Esto requiere tiempo, conocimiento y muchas ganas.

Construir una relación de confianza a través de la flexibilidad, la independencia, la autonomía, la seguridad y la sinceridad. Hacerles preguntas cada día y buscar lo que no quieren enseñar no genera un ambiente de confianza, todo lo contrario. Las dificultades emocionales generalmente provocan bloqueos y puede que se cierren en banda por vergüenza o miedo a enfados, reproches o distancia. El adolescente necesita seguridad emocional en casa y la familia debe invertir tiempo no solo en preguntar, también en conocer cómo se relacionan, cómo toman decisiones complicadas, cómo se equivocan y cómo intentan solucionar sus problemas. Como adultos debemos acercarnos, relacionarnos y comprender las situaciones que experimentan como nuevas o con mucha intensidad.

PD: Seguir insistiendo y controlando los horarios de estudios para generar un hábito que agradecerán toda la vida. Ir a los partidos, conciertos y hacerles sentir que estáis orgullosos de su constancia, no de sus resultados. Ser ejemplares a través de vuestra palabra, vuestro lenguaje corporal y vuestras acciones. Permitir la espontaneidad y exigir disciplina. Compartir vuestras dificultades, pedir consejos y perdón, demostrar sensibilidad y fragilidad sin miedos. Pasar mucho tiempo juntos, no se han hecho mayores, aún están en ello.