Macron se queja de la actividad del "Estado profundo" entorpeciendo el cambio, advirtiendo así de su existencia como si fuera un intruso recién descubierto en la casa, pero este aviso sería propio de los que el escritor y amigo Juan Pedro Aparicio llama "zahoríes de aguas superficiales", que se limitan a llamar de otro modo cosas ya sabidas (antes se llamaba establishment, statu quo o poderes fácticos). En Francia la rama más poderosa del Estado profundo es la ENA, Escuela Nacional de Administración, o sea, Estado en estado puro. En España el Estado profundo es algo mucho más cenagoso, un acarreo de familias, altos cuerpos, compañeros de colegio y entramados de honores e intereses. Hay obvias diferencias por tanto con Francia, las que existen, por ejemplo, entre la ENA y el Colegio del Pilar (o entre enarcas y pilaristas). Al Estado profundo francés ya hemos llegado tarde.