El dinero está hoy tan barato porque se ahorra demasiado, en opinión del economista alemán Carl Cristian von Weizsäcker, colaborador del Instituto Marx-Planck para la Investigación de los Bienes Comunes, de Colonia.

Weizsäcker, que acaba de publicar junto a otros autores un libro sobre el tema (1), se refiere sobre todo al caso de Alemania, donde la gente vive como media veinte años tras su jubilación frente a los diez años que les quedaba de vida hace sólo medio siglo.

La solución que proponen algunos economistas es prolongar la vida laboral, pero Weizsäcker distingue quienes se ven obligados a seguir trabajando hasta el final de sus vidas para sobrevivir y los que pueden permitirse, y además desean jubilarse cuanto antes.

El dinero de los ahorradores sirve para financiar las inversiones de las empresas, pero ocurre que éstas no necesitan hoy mantener el parque de maquinaria del pasado para obtener cada vez más beneficios sino que, gracias a la digitalización, requieren menos capital que el actualmente disponible.

Sucede además que cada vez tiene más importancia el sector servicios y éste necesita también menos capital que la producción industrial, señala el conocido economista, según el cual ya no ocurre como antes, cuando, a mayor capital en forma de maquinaria correspondía un aumento de la producción.

En la anterior fase capitalista, era éste, el capitalista, quien controlaba el bien escaso que representaba el capital. La mano de obra era abundante, pero hoy ocurre lo contrario: la fuerza de trabajo especializada es un bien escaso, y el capital, por el contrario, abunda, lo que hace que caigan los intereses.

La fase actual de bajísimos intereses, de intereses incluso negativos, resulta de procesos económicos: los bancos centrales se limitan al papel de 'órganos ejecutivos'. Lo mismo Mario Draghi, en el BCE, que Jerome Powell, al frente de la Reserva Federal, o Haruhiko Kuroda, en Japón, han de adecuar su política a la realidad económica de los países.

Y el único que puede influir en esa política es el Estado, endeudándose para aumentar la demanda de capital, absorbiendo así el exceso de ahorro, lo que haría que aumentaran los tipos de interés en beneficio de los ahorradores.

La diferencia con la política keynesiana sería que al famoso economista británico le preocupaba sobre estabilizar la coyuntura mediante una política anticíclica, pero el problema actual es un excesivo ahorro estructural frente a una caída de las inversiones. De ahí, argumenta Weizsäcker, que el Estado deba invertir más.

La política económica y la financiera han sido siempre 'procesos de aprendizaje' y, según el colaborador del Instituto Max Planck, hay que dejar de considerar la deuda pública solamente «una carga».

Weizsäcker critica la obsesión germana con el déficit cero aunque tampoco es partidario de un endeudamiento excesivo por parte del sector público. Con todo, la política financiera de la coalición gobernante en Berlín supone una excesiva limitación del margen de maniobra del Estado.

«Creo que necesitamos en Alemania una combinación de mayor gasto en infraestructuras - modernización de los puentes, las carreteras y las escuelas - y una rebaja fiscal para el ciudadano, por ejemplo, rebajando el IVA, algo que beneficiaría sobre todo a quienes menos ganan y han de dedicar al consumo la mayor parte de sus ingresos».

El ex secretario del Tesoro norteamericano Larry Summers coincide con Weizsäcker en el diagnóstico según el cual hay un exceso de ahorro y advierte del peligro de estancamiento económico, algo que no tiene por qué ocurrir, según el economista alemán, si el Estado cumple bien su papel.

El problema, según muchos economistas, es que no parece que los bancos centrales consigan dinamizar en general la economía con sus políticas de intereses negativos. Está el caso extremo del Japón, cuyo banco central se dedicó incluso a comprar acciones sin que ello diera resultado.

Y en la Europa del norte existe también la preocupación de que el BCE llegue a controlar con su compra masiva de deuda pública la mitad de la economía sin que una intervención a gran escala que distorsiona los mercados, ahuyenta la inversión y puede generar burbujas económicas surta finalmente el efecto deseado.

Sparen und investieren im 21 Jahrhundert (Ahorrar e invertir en el siglo XXI. Las declaraciones son al semanario Die Zeit.