Me temo que la naturaleza humana es así: basta con que alguien nos diga que no hagamos algo, no veamos algo, no toquemos algo o no comamos el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, para que nos lancemos a hacer, ver, tocar y comer. Que se lo pregunten a ese personaje que en las películas de miedo insiste en dar un paseo solo y en plena noche en un bosque lleno de psicópatas, que se lo digan a los espectadores del telediario cuando el presentador dice que las imágenes que vamos a ver a continuación pueden herir nuestra sensibilidad, que nos lo cuenten los niños que reciben la orden paterno-materna de no tocar eso porque es caca, y que nos hablen de ello Adán y Eva. Por eso, porque somos así, no diré que ni se les ocurra ver, oler, tocar, gustar o escuchar la serie (¡serie!) documental (¡documental!) El corazón de Sergio Ramos. No lo diré. Es más, les animo a que vean El corazón de Sergio Ramos y, después, poten. Sí, por favor. Vean, vean. Tráguense hasta el fondo ese horror narcisista, egocéntrico, sergioplanista y sergiorramoscentrista que tiene que ver con el fútbol tanto como los monólogos de Iker Jiménez en Cuarto Milenio tienen que ver con la divulgación científica. Averigüen por sí mismos por qué Sergio Ramos tiene tanto interés en que le veamos «como es» y por qué le preocupa la imagen que tenemos de él, cuando lo que debería preocupar al defensa del Real Madrid es que los aficionados (y no aficionados) al fútbol tengamos una imagen de Ramos, la que sea, más allá de su buena colocación en defensa, su habilidad para marcar goles de cabeza y su magnífico récord de tarjetas amarillas. Venga, anímense a recibir una dosis prácticamente letal de todo ese rollo de los sueños, de la lucha, de sobreponerse a los malos momentos, de la familia como algo superimportante, de la humildad y bla, bla, bla. No dejen pasar la oportunidad de descubrir cómo Sergio Ramos intenta que no se note que la serie documental sobre él mismo se rodó en una de las peores temporadas de la historia del Real Madrid, y no se pierdan a Sergio Ramos en el palco del Bernabéu en la noche en que el Ajax de Ámsterdam destruyó a su equipo como si fuera Tokio sometido a un Godzilla de seda. ¿Quién es Sergio Ramos? Sergio Ramos es ese futbolista que buscó (y encontró) una tarjeta amarilla en el partido de ida de Liga de Campeones Ajax-Real Madrid de la temporada pasada para poder descansar en el partido de vuelta, y sentarse en el palco, porque creía que la eliminatoria ya estaba resuelta. Luego podemos hablar de los sueños, de la lucha, de cómo superar las derrotas y de lo estupendo que es tener una familia que nos quiera y unos buenos amiguitos en el vestuario del equipo que nos paga. «Si no tienes un sueño no eres nadie», dice Sergio Ramos. Sí, los sueños son muy importantes. Y dormir bien. Y tener un sistema digestivo que funcione correctamente. Y hasta un páncreas es importante, aunque la mayoría no sepamos para qué demonios sirve un páncreas. Pero nadie se acuerda del páncreas y todos los famosos insisten en darnos la vara con los sueños. Sobre todo, con sus sueños. Los sueños de ellos. ¿A ustedes les importan los sueños de Sergio Ramos? Pues vean El corazón de Sergio Ramos. No se lo pierdan. Pero seguro que el páncreas de Sergio Ramos es más interesante que su corazón y mucho, mucho, mucho más importante que sus sueños.