La gestión de la motivación es una responsabilidad de todos los que estamos al cargo de la educación, ya sea social, deportiva, emocional, familiar o escolar.

Tanto el descubrimiento de lo que gusta o motiva, como el cuidado de la misma, es importante de cara al avance, al aprendizaje, a la seguridad y en consecuencia, al correcto desarrollo de la personalidad y el carácter.

Para generar aprendizaje, además de las repeticiones y la experiencia en sí, es fundamental que se transmita confianza, en vez de presión y/o amenaza. Además, esa transmisión de la confianza está relacionada con el lenguaje corporal, el mensaje y la entonación. Si no se cuidan todos esos aspectos, difícilmente lograremos un aprendizaje duradero y de calidad.

Son muchas personas las que opinan muy fácilmente sobre el talento o no de los demás, cortando sueños e ilusiones demasiado pronto. Las opiniones deberían estar más filtradas y sobre todo cuidadas. El talento puede ser genético, pero también debe desarrollarse en un contexto adecuado y fluido. Aportar ideas, elaborar objetivos a corto, medio y largo plazo, evaluar dichos objetivos en relación a la capacidad de cada uno y no del equipo en el caso de tratar con un equipo, retar de forma correcta para provocar superación, toma de decisiones y autonomía...

Para crear un contexto adecuado es muy importante preparar bien el proceso de aprendizaje y no dejar mucho tiempo a la improvisación. Empezar por la explicación de los objetivos y la realización de ejercicios básicos es la mejor base. Tras esto, ir complicándolos en cuanto a toma de decisiones (opciones) y dificultad de ejecución y siempre ir corrigiendo y aportando refuerzos. Enseñar el qué, el cómo y el para qué. El error es necesario para poder seguir progresando, no hay que desesperarse y perder la paciencia, además de intentar identificar cuál es el error, si es por técnica, atención, experiencia o por inteligencia emocional. En ocasiones habrá que invertir más el tiempo en repeticiones, otras en explicaciones, otras en dejar hacer y que la experiencia haga su trabajo. Cada persona es diferente.

También es recomendable enseñar teniendo en cuenta las emociones, tanto de los educadores como de los receptores de la educación, ya que en un proceso de aprendizaje TODOS aprenden, desde los que enseñan hasta los niños más pequeños, desde el maestro más experto hasta el alumno más incapaz. Enseñar provocando tristeza no es una forma muy recomendada, ya que esta suele restar energía y motivación (motor del cuerpo y mente). La ira es más cuestionable, ya que no siempre bloquea, pero es un arma de doble filo que puede generar descontrol emocional y en consecuencia conductual.

Los educadores también podemos ayudar a crear motivación, siempre y cuando podamos identificar el deseo de hacer algo por parte de nuestro alumno. Las motivaciones son diferentes para cada persona, así como la importancia y la energía dedicada a la misma. ¡Y de la fortaleza mental y persistencia ya ni hablamos!

Para conseguir cuidar de la motivación una vez descubierta o creada debemos:

1. Crear un plan de acción concreto, a poder ser a corto, medio y a largo plazo, con expectativas realistas y lo más importante, alcanzables.

2. Hacer un análisis o revisión de objetivos muy a menudo para controlar el momento presente, evaluar el pasado y poder tomar nuevas decisiones hacia el futuro.

3. Tomarse descansos y aprender a desconectar del objetivo final para que este no se convierta en obsesión y acabe pudiendo quemar, cansar o desmotivar.

4. Saber que la motivación no es constante y hay que aceptar días en los que nuestra energía es más baja y nuestro estado de ánimo más negativo. Hay que vencer a la pereza pero aceptar momentos difíciles.

5. Rodearse de personas adecuadas resulta fundamental a la hora de poder conseguir un objetivo o reto, a la vez que se disfruta de una manera general del camino. Rodearse de aquellas personas que te inspiran, animan, apoyan, corrigen, acompañan€

6. Por último y no por ello menos importante es necesario enseñar a no buscar excusas ajenas a uno mismo. Una correcta autoevaluación es necesaria para avanzar e ir superando dificultades para así, ganar en confianza.

El sueño de muchos niños y su capacidad para conseguirlo está en numerosas ocasiones en nuestras manos.

¡Estemos preparados!