El pasado día 21 de septiembre se celebró, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, la primera Cumbre de la Juventud sobre el Clima. El día anterior se habían efectuado una serie de manifestaciones mundiales -con la participación de millones de personas mayoritariamente jóvenes- exigiendo a las autoridades tomar medidas para luchar contra el cambio climático. Nuestro personaje Greta, que logró motivar a un sinnúmero de personas sobre el peligro que acecha la crisis producida por las emisiones de gases de efecto invernadero, gritó: «somos imparables» y expresó la esperanza de que se haya alcanzado «un punto de inflexión para la sociedad y una presión para los políticos» sobre esta inquietante temática. Esta adolescente heroína sueca representa un ejemplo a imitar. Para conseguir su propósito medioambiental comenzó sin acudir a clase los viernes para manifestarse, bajo el lema Fridays For Future, ante el parlamento de su país, reclamando detener el cambio climático. Relata esta joven que sus inquietudes las adquirió en el colegio cuando sus profesores recomendaban ahorrar papel y apagar las luces con el fin de aminorar las consecuencias del calentamiento global provocado por el género humano. Cada vez son más conocidas las causas que originan este desaguisado atmosférico. La mayoría de ellas provienen de la ignición de combustibles fósiles por determinados medios de transporte (coches, aviones, barcos, etc.), destacando el dióxido de carbono (responsable de más del 60% del actual calentamiento), al que acompañan el metano (expulsado por los vertederos y las ganaderías de vacas u ovejas) y el óxido nitroso (producido por los fertilizantes nitrogenados). Sin olvidar los cada vez más frecuentes incendios -en su gran mayoría provocados por la mano del hombre- y la deforestación de las selvas tropicales, dado que los árboles actúan de reguladores del clima al absorber el anhídrido carbónico de la atmósfera y transformarlo en oxígeno. Los efectos de este fenómeno antropogénico son cada vez más evidentes. Sobresale el deshielo de las masas glaciares, el aumento de temperatura oceánica y del nivel del mar, las anormalidades en el régimen pluviométrico con sequías prolongadas y precipitaciones anómalas, cada vez más ostensibles, en forma de episodios extremos (huracanes, tornados, tormentas, etc.), en ocasiones devastadores, como acaba de ocurrir con las catastróficas inundaciones vividas en el sureste peninsular. Para consolidar su ambicioso proyecto Greta Thunberg viajó en agosto a la ciudad norteamericana de los rascacielos utilizando un velero, evitando así las emisiones de carbono, y desde ese púlpito privilegiado siguió con su campaña ecologista convirtiéndose en un ídolo cada vez más carismático contra el cambio climático. El lunes 23 de septiembre tuvo lugar bajo la dirección del secretario general de las Naciones Unidas la Cumbre sobre la Acción Climática, con la presencia de más de sesenta líderes mundiales. Lo que es incuestionable, según publica el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) -grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático- es que «el calentamiento del sistema climático es inequívoco, y desde la década de los cincuenta, muchos de los cambios observados no tienen precedentes en decenas de miles de años. La atmósfera y los océanos se han calentado, las cantidades de hielo y nieve han disminuido, el nivel del mar ha aumentado, y las concentraciones de los gases de efecto invernadero han aumentado».