Xavi Hernández, exfutbolista del Barça, también conocido como el filósofo de Tarrasa, ha dicho que Qatar no es una democracia pero que funciona como país mejor que España. Hernández entrena en la actualidad al Al Sadd qatarí y agradece la seguridad y la tranquilidad del país donde vive. No tiene llave de casa, deja el coche en marcha sin que se lo birlen e incluso su mujer, Nuria, le dice que si existe la posibilidad de seguir allí será mucho mejor para la educación no sexista de sus hijos. Infinitamente mejor, desde luego, que volver a España para sufrir «la injusta situación» que padece el pueblo catalán, que no tiene la fortuna de disfrutar de sus ventajas. No, al menos, por ahora, quizás sea distinto si se libera del yugo opresor de los españoles. Hernández, por ejemplo, está muy preocupado por las condenas de los presos independentistas. Teme lo peor. Ve mucha injusticia en España. No sé lo que piensa de la detención de los nueve patriotas del CDR que almacenaban explosivos para atentar contra distintos objetivos estatales, entre ellos un cuartel de la Guardia Civil. Es posible que le parezca injusto que no se les deje expresarse libremente. Igual que a Torra, que ya ha pedido explicaciones al Gobierno por haber impedido la enriquecedora iniciativa cultural de «unos catalanes comprometidos con su sociedad». ¿Qué tipo de democracia es esta -va a tener razón Xavi Hernández- que frena a unos ciudadanos libres que almacenan materiales explosivos por la simple sospecha de que van a fabricar con ellos Goma-2 después de haberles incautado los croquis de sus actuaciones? Eso jamás ocurriría en Qatar, donde probablemente en estos momentos ya les habrían cortado, como mínimo, las manos.