Hace un tiempo, noventa y ocho días para ser más exactos, escribía en este mismo espacio al respecto de la llegada de aire nuevo -o al menos distinto- al área de cultura del Ayuntamiento de Málaga. La estela dejada por Gemma del Corral era potente en la ciudad en el ámbito de la cultura pues había sido la responsable del desarrollo y boom del segmento más explotado en la última década en la urbe. En un escenario como el actual donde la cultura -bien o mal entendida, da igual- es un pilar básico para el circuito turístico y de negocio de la ciudad, el responsable de dicha área juega un papel extraordinario. Y es por eso que, en origen, llamaba notoriamente la atención que el Alcalde hubiera soltado dicha parcela al grupo minoritario que le servía de llave electoral puesto que, no parece Don Francisco persona de dejar en manos ajenas asuntos de importancia suprema.

Este hecho hizo que se pudieran interpretar dichos gestos de maneras variadas. Quizá quedó tranquilo el munícipe por ser vacuas las manos que recibían la cartera. Quizá quedó tranquilo porque manejaba los asuntos «potentes» de cultura desde otras áreas como la alcaldía. O quizá no tuvo más remedio y fue la apuesta fuerte de las mandarinas lo que hizo que tuviera que soltar el pastel con la guinda incluida. Es raro que esta última circunstancia fuera la verídica pero cosas más raras se han visto en esta vida -yo una vez vi en Málaga un bar sin extranjeros- y por lo tanto no hay que descartar que fuera así la pugna y trofeo por parte de siudadans.

La cuestión es que seguimos expectantes ante la llegada del nuevo plan/sistema/modelo/acciones/conceptos/ideas/cosas que planteen desde la concejalía tras la llegada de Losada al cargo. Siempre se habla de esos 100 días de rigor pero la cosa va avanzando y aquí no se huele nada. Ni nuevo ni antiguo ni morado ni verde. Nada. Si bien es cierto que, al margen de asuntos de menor calado -fiestas vecinales, presentaciones variadas de colectivos y asuntos más de protocolo y respaldo que de acción-, la imagen de la concejala está en auge pues tiene un impacto importante en medios y redes, no se percibe -o recibe- ningún proyecto ni mensaje profundo sobre el devenir cultural de la ciudad.

Salvo un asunto que va más allá. Lo que parece acaparar todo y ser en definitiva el gran proyecto de la cultura ciudadana municipal: La gala de los Goya. Y es que a día de hoy todo acaba en eso. Si bien parecía que se trataba de una idea de esas impulsivas de Cassá, los nuevos han heredado el asunto y emprendido una marcha de promoción para que sea algo similar a la firma de la primera declaración de derechos humanos. Los Goya van a salvar a Málaga.

Llegarán puestos de trabajo, barcos con toneladas de oro para las arcas municipales y vino y manjares para la ciudadanía. Pero más allá de burlas de primero de egebé como la usada previamente, resulta algo desconcertante que, más allá de esa gala comprada con dinero de todos y de la que todos rajan/rajamos por detrás por ser inútil e innecesaria- no se ve ningún camino definido en un asunto prioritario en la ciudad pues, en parte, vivimos de eso y precisamos dicha materia para el buen desarrollo de nuestra sociedad a dieta de asuntos elementales como el aquí desarrollado.

Si hacemos balance en búsqueda de situaciones propias a ser desarrolladas por los responsables de cultura nos encontramos con que, a día de hoy, el trabajo a realizar está siendo de mantenimiento más allá del de desarrollar nuevos escenarios culturales y son los privados los que están meneando el wok cultureta malacitano en búsqueda de negocio, imagen y parné. Si bien es cierto que hay asuntos que sí se han tratado desde el Ayuntamiento -no se sabe bien con quien- pero cuyo resultado no da buen olor como es el caso de la transición del CAC a la era post Francés pues son diversas y reputadas las voces que indican que se trata de un movimiento de muebles sin sacar ninguno de ellos de la habitación lo que, de ser así, supondría un curioso engaño al ilustre público aquí presente. En cualquier caso, conociendo de lejos el asunto, puede que haya otras fuerzas más allá de la batuta de Losada en el asunto del CAC y por lo tanto sea injusto acudir a ella para comprender dicho espectáculo. Quizá pues, toque esperar un poco más para conocer por dónde va a discurrir la vereda por la que transiten los proyectos culturales en marcha y aquellos que estén por venir en la ciudad de Málaga. Habrá que observar cuáles son los proyectos que proponen los nuevos y qué manera de actuar tienen a la hora de gestionar las necesidades de la ciudad en esta área contando con la participación de los privados en ciertos proyectos, en encauzamiento de una política de gestión de cultura local real y la disposición a tratar asuntos como los pabellones de El Ejido o el no barrio de las artes que fue el Soho o la papeleta importante de asumir un rol en los casos en los que patrimonio y cultura conjuguen en una misma frase y deban ser los últimos quienes alcen la voz.

En cualquier caso seguiremos esperando. Un poco más. Hasta llegar a ver de qué va el asunto si es que lo hay. Y mientras tanto nos entretendremos con las píldoras de los premios Goya que nos sueltan de vez en cuando como quien da alpiste a los canarios. Pero cuidado porque corremos el riesgo de malagueñizar -en el peor sentido de la palabra- cualquier asunto del plano cultural para convertirlo en un circo turístico de primera categoría en el ranking de la vergüenza ajena. Y es que ya me imagino la gala de los Goya en la que los presentadores entreguen los premios en patinete.

Viva Málaga.