A veces, para entender el pasado, mejor que la historia, que casi nunca consigue ser ponderada, deberíamos pensar en otra cosa. Miguel de Unamuno y Manuel Chaves Nogales vivieron un tiempo corto o largo la Guerra Civil en bandos enfrentados, cada uno en aquel por el que había optado, y en el que a la vez había caído. De un modo u otro lograron mantener el tipo, en el sentido de no perder el juicio (la capacidad para juzgar) ni caer en el sectarismo, y de modo muy distinto cada uno ha dejado un testimonio que enseña más de la verdad de esa Guerra que cualquier libro de historia. La propuesta de un ciclo de lecciones obligatorias sobre ellos para último curso de enseñanza media, como rito de paso a la condición adulta, y para saber de dónde venimos los españoles (o sea, para ejercitar la memoria histórica), no tiene posibilidad alguna de ser acogida, pero esa no es razón para no hacerla.