La señora de pañuelo al cuello y paso lento aprovechaba los últimos coletazos de este verano en otoño para pasear por la nueva Alameda de Málaga. Iba distraída, ensimismada tal vez en que este lunes empieza la segunda estación del año, o la primera. Porque el clima nos ha dejado el calendario en dos periodos, el estival y el invernal. De repente calor, de repente frío. Dos estaciones en vez de cuatro. El desastre para las tiendas de ropa. Que bastante tienen ya con lo del tejido low cost y la moda del AliExpress.

Paso lento, mirada al cielo. La sintonía de cotorras argentinas para completar el cuadro. Y de repente, no un extraño. Dos. A toda velocidad flanquean a la señora de pañuelo al cuello dos turistas con sendos patinetes eléctricos. Horror. Casi la tiran. Un susto de muerte sin (afortunadamente) daños personales. Es lo que tienen los tiempos. Seguro que habrían agotado las horas ensimismados en cualquier rincón de la ciudad y, con menos obstáculos que un taxi o el autobús (ya veremos para cuándo el metro), la fórmula de la carrera de patinetes se les atojó como la perfecta para cruzar la nueva Alameda de Málaga a todo trapo.

Hace unas semanas también estuvo cerca de atropellarme a mí mismo un patinete eléctrico a la altura de uno de los muchos pasos de cebra de la calle Salitre. Una de esas próximas a peatonalizar. Cruzaba a mi paso con la vista puesta en los coches que aguardaban a que el semáforo volviese a estar en verde y otro usuario de este tipo de scooter tuvo otra brillante ocurrencia. Optó por no seguir circulando por el acerado a toda velocidad y, después de su acrobático salto a la calzada, patinó (nunca mejor dicho) sobre la pintura del paso de peatones y vino a caer a centímetros de mí.

Unos y otros se aprovechan de ese vacío legal que pesa sobre estos artefactos diabólicos. Con esta nueva moda de emplearlos en las ciudades como transporte ecológico, hemos visto casuísticas de todo tipo. Que si usuarios a punto de ser arrollados al doblar a una esquina mientras circulaban por una calle en dirección contraria, que si hasta tres personas a modo de equilibristas circenses abriéndose paso entre peatones...

Debieran muchos de estos incautos empezar por lo primero. No sólo plantearse, si la legislación sigue sin obligarles, la obtención del permiso para al menos saber cómo se circular en moto. Algunos los he visto hacer méritos sobrados para federarse en una disciplina deportiva que es oficial desde junio del año pasado, la destreza con el scooter o patinete. Figura este deporte en la Real Federación Española de Patinaje y por qué no imaginar que en un futuro entra dentro del programa olímpico. ¿Acaso no figuran para París 2024 nuevas modalidades como el breakdance, el skateboard o la escalada?

Esta Málaga que en 2020 va a tomar el relevo a Budapest como Capital Europea del Deporte ya está tardando en organizar carreras oficiales de patinetes. O bien competiciones acrobáticas. O todas juntas. Doy fe de que tenemos mucho talento en nuestras calles. Ni podemos desperdiciarlo ni la señora de pañuelo al cuello y paso lento se merece este velódromo en plena Alameda.