En este billete se ha apostado desde el primer día por encuadrar el punto álgido del procés como sedición, y no como rebelión, pero ¿qué sentido tiene comentar una sentencia que al escribir ésto aún no existe, y de la que solo sabe de veras el Tribunal?. Lo que cabe decir ahora es que el Tribunal ha venido estando a la altura de su tarea, dando una lección de decoro procesal, buenas formas, respeto a los derechos y sentido justo de la firmeza, en la que ha resplandecido la inteligencia, equilibrio y temple del magistrado Marchena. La democracia española depara estas sorpresas, a veces alguna institución o poder hace agua, pero siempre hay otro que está a la debida altura y se prestigia. Como en buena medida el "golpe" lo ha parado el poder judicial, el secesionismo ha tratado (y aun tratará) de jugar la carta de su desprestigio, pero de momento le ha salido el tiro por la culata.