'Subordinados concesivos', por Manuel Vergara Carvajal

Llevo media mañana tratando de averiguar de qué tipo son estas dos oraciones gramaticales oídas al azar mientras las máquinas reducían a escombros los cines en la plaza de la Merced. Decía el hombre más o menos esto: “su desaparición deja una nueva imagen de la plaza y una postal inédita de la Alcazaba (...). No obstante, la intención del equipo de gobierno es seguir adelante con el plan...”.

Recurro a Google y me lían con los nexos (mas, pero, aunque, sin embargo...) que, en principio -dicen los lingüistas-, deberían decidir si estamos ante dos oraciones coordinadas adversativas (del tipo: “tengo dinero pero no voy a comprar nada”), o bien se trata de otra cosa.

Al final resultó no ser los conectores -éstos sirven tanto para un roto como para un descosido-, los que deciden de qué se está hablando; sino el rango de cada una de estas dos oraciones por separado. Y es obvio que aquí, aunque aparezca en segundo lugar, hay una oración principal (“el equipo de gobierno seguirá adelante con su plan”), que se merienda -para eso es principal-, a la tonta de la subordinada que acepta su destino, por algo es concesiva, con una tibia protesta: No es lo bastante fuerte para oponerse al desaguisado municipal..., no obstante la belleza que la postal de la Alcazaba añada (verbo en subjuntivo) a una potencial reforma de la plaza. Una sintáctica bajada de pantalones, ese obsceno y pasota (y, malagueño, añade el taxista), “no obstante”. Con su pan se lo coman.

Aún así -a uno como antequerano nada de lo malagueño le es ajeno-, tomo la palabra al Sr. Alcalde recordándole lo que, hará ya casi siete años, dijo a propósito de este proyecto: Que lo que sustituya a los cines “enriquezca la ciudad y el entorno (...) y añada algo que no tenga ahora y sea atractivo”

Pero: ¿habrá algo más atractivo y enriquecedor que liberar a la plaza de semejante mole-tapón? ¿Qué edificio podría añadir “algo” nuevo a la plaza, si es precisamente su inexistencia la que proporcionaría lo que ahora le falta: la Alcazaba como su cuarta fachada? Y, ¡por las barbas del profeta! (mejor cualquiera de los nuestros): ¿Cómo puede encomendársele a los arquitectos municipales, precisamente, que levanten barreras arquitectónicas?

En Antequera hemos tenido algunos vergonzosos “no-obstantes” del tipo: “el mamotreto museístico menga-lítico habría que (decían o callaban), quitarlo de raíz... pero se va a tunear”. En la vida ha visto uno tanto subordinado concesivo; ni en la dictadura ¡La madre que parió al tren!