Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), se ha convertido en un personaje incómodo para la 'banca en la sombra', denominación que reciben las actividades financieras ajenas al crédito bancario tradicional. En la también conocida como industria de los fondos de inversión resqueman los mensajes que desde 2018 está mandando el BCE, a menudo a través de declaraciones del exministro español y hoy 'número dos' del Eurobanco, acerca de amenazas para la estabilidad financiera por la dimensión y los riesgos potenciales de un sector que en estos años ha multiplicado su tamaño. Tal crecimiento se ha alimentado de la expansión monetaria pilotada por el propio BCE y por el resto de bancos centrales, de forma directa (mediante endeudamiento para las operaciones de los fondos) o de modo diferido, por la captación del ahorro de millones de personas que, en un contexto de retribución ínfima de los depósitos tradicionales (inducida por la referida política monetaria) han buscado la rentabilidad en un producto que, entre otros, ofrecen los propios bancos a través de sus gestoras.

El crecimiento de esa parte de la 'banca en la sombra' tiene estos números en España, según la patronal Inverco: el patrimonio de los fondos de inversión se ha duplicado desde 2010, hasta superar los 270.000 millones de euros (22,4% del PIB), y el número de partícipes (número de posiciones que individuos o empresas tienen en los fondos) casi se ha triplicado en siete años (de 4,48 millones en 2012 a 11,2 millones en septiembre de 2019). De modo que una parte muy relevante del ahorro financiero de los españoles y de sus empresas está colocado en esos productos, que por otra parte han contribuido a la financiación de la actividad productiva.

¿Qué dice Luis de Guindos sobre los fondos de inversión y cuál es la intención de lo que dice? El vicepresidente del BCE afirma estar preocupado por las repercusiones que tendrían eventuales «tensiones de liquidez» en una actividad que, aunque en ella participen los bancos convencionales, no está sujeta a las mismas reglas sobre liquidez (disposición de un nivel obligatorio de activos líquidos, fácilmente convertibles en dinero) o de solvencia (coeficientes de capital propio) que el negocio tradicional de esas entidades, sino a reglas distintas.

La expresión un tanto arcana «tensiones de liquidez» alude al riesgo de que los fondos tengan dificultades para atender un aumento súbito de las retiradas de dinero. Por ejemplo, en la hipótesis de que en el mercado de deuda (renta fija) o en el de acciones (renta variable), donde se invierten principalmente los dineros confiados por los partícipes a las gestoras, se produzcan 'shocks' que conlleven pérdidas para los ahorradores y que éstos se lancen a demandar el reembolso de su capital. Cabe recordarlo: un fondo no es como un depósito bancario y, salvo en los casos de los que se garantiza la integridad del capital, que son residuales, el riesgo de lo que pueda ocurrir en los mercados es del inversor.

Quienes se dedican profesionalmente al análisis de esos mercados y del sector financiero reconocen preocupación por una amenaza que está conectada a los efectos secundarios de la agresiva y prolongada terapia monetaria que nos sacó de la Gran Recesión: tasas de interés submarinas que por un lado alivian a los hogares y empresas endeudadas, pero que a la vez suponen un estímulo para sobreendeudarse, y que también empujan a los ahorradores a asumir mayores riesgos en busca de rentabilidad y a la 'banca en la sombra' a colocar dinero ajeno en activos más difíciles de liquidar con premura (revender en los mercados para convertir en dinero) si repentinamente aquellos mismos ahorradores empiezan a golpear a la puerta de los fondos.

Lo que dice De Guindos es que está identificado un riesgo potencial de calibre suficiente para sacudir el sistema financiero y hacer daño a mucha gente. La intención de lo que dice es apremiar a los responsables regulatorios -en este caso no el BCE, sino los supervisores de los mercados: la CNMV española y sus homólogos europeos- para que se refuercen los requerimientos y normativas. Que lo hagan a tiempo.