Así es como se despiden en la Sierra de las Nieves del mes de octubre, brindando y diciendo ¡Toma castaña! Sobre todo, en Yunquera, uno de los nueve preciosos pueblos que rondan esa reserva de la biosfera, junto al parque natural del prehistórico pinsapo. Aunque sigue vivo, ese singular abeto de hojitas como agujas que conforma uno de los pocos pinsapares del mundo junto al malagueño valle del Genal, sigue vivo, como la momia de Franco, a la que anteayer sacaron a pasear para que descansara en El Pardo.Momia

Los franquistas necesitan esa momia. Los socialistas también. Los populares sólo las vendas o, al menos, el dedo de Santa Teresa, para una pequeña parte de su clientela que, quizá del todo, ya le robó Vox. En contra de lo que a quienes les acusan de fachas les cabría esperar, curiosamente Vox ha eludido hasta ahora el voxeo franquista; pero han reaccionado como exaltados voxeadores en el ring de la política cuando la exhumación se ha llevado a efecto electoral. Los de Ciudadanos sí parece que pasan; tienen la apariencia de que saben que, como gritaban los chavales de Verano Azul cuando se quedaron sin su amigo Chanquete y como aquel 20 de noviembre de 1975 tituló Europa Press y como dijo en su famosa alocución televisada Arias Navarro: Franco ha muerto. Por eso los de Podemos necesitan más momias todavía. Y por eso sigue Queipo de Llano en la Macarena de Sevilla, no porque sea una iglesia o un terreno privado, a diferencia del Valle de los Caídos, como ha argumentado el ministro Ábalos. Allí sigue porque Podemos nunca ha gobernado en Andalucía; ni IU, aunque pareció que cogobernaba un poco cuando el bueno de Maíllo pactó con Susana Díaz. Pero, tras fracasar aquel intento, los reproches a la expresidenta se podrían haber condensado en este verso: Todo en ti fue naufragio, como habría dicho Neruda. O su momia.

Lola

Mientras la castaña mediática del helicóptero fúnebre sobrevolando Cuelgamuros intentaba acapararnos a todos, amigos de Manuel Alcántara y primeros espadas de la prensa nacional se daban cita en el VIIº Congreso de Periodismo que lleva el nombre del desaparecido poeta y articulista malagueño. Alcántara sí sigue muy vivo en su obra y en quienes celebran su incomparable recuerdo. Hablamos de periodismo y poesía y vida y amistad convocados por la Fundación Manuel Alcántara en la sala Fórum B del Hotel AC Málaga Palacio. Hubo nombres de peso en todas las mesas redondas. Pero quien me impresionó más fue su hija Lola. Cómo se puede honrar tanto a un padre diciendo nada más que la verdad, toda la verdad, lo juro: «Desde que yo conozco a mi padre, o sea, desde siempre, mi padre no era creyente. De místico no tenía nada. Y la Semana Santa le gustaba como aroma, pero no le interesaba. Yo le tuve que asesorar para el maravilloso pregón que luego dio». «Tampoco le gustaba viajar. Lo mejor de viajar es volver, me decía. Quizá fue el de África el viaje que más le gustó. Pero aquella anécdota le quitó las ganas de volver nunca más. En Ciudad del Cabo le recogió la cuchara que se le había caído al suelo a un camarero negro. Luego un tipo blanco se la quitó al camarero y la volvió a tirar al suelo y le ordenó: Recógela».

Amigos

Del maestro se dijeron algunas cosas menos repetidas que otras. Por ejemplo: El articulismo se pierde a favor del opinionismo de trinchera. Alcántara era escritor de periódicos. Alcántara destacaba por su piedad, por su falta de arrogancia intelectual. Jamás insultaba. Pensaba que el insulto era la derrota del ingenio o el triunfo de la pereza mental. A propósito, Alcántara jamás escribió la palabra Franco, era su manera de no arrodillar la escritura. Era un maestro de la ironía, pero no del sarcasmo, que es mucho menos humanitario y más hiriente. Y practicó toda su vida un elegante escepticismo. Depurado con el tiempo. La sencillez es una conquista de la edad. Una vez le dijo César González Ruano, para vacunarle contra una desilusión cuando iba a conocer a Julio Camba: Mira, Manuel, Camba es muy raro. Prefiere un bistec a Shakespeare.

y Alcántara

Frases de su «época de vino y prosas», algún verso y alguna de sus magistrales crónicas de boxeo revolotearon por el congreso: «Yo ya no tengo edad para ir al cementerio, no me vayan a decir que me quede... A mí me costaba lo mismo acostarme que levantarme... El sitio que ocupamos en el parnaso depende de los acomodadores... El columnismo es vender el cerebro a cucharadas... No hay que beber para olvidar, hay que olvidar primero y luego inflarse a beber... La prueba de la existencia de Dios está en dos palabras: oncología infantil... Y si Dios existe no tiene perdón de Dios». Pero no siempre tuvo razón. «Lo mejor del recuerdo es el olvido», decía en el primer verso de su poema Biografía. «Málaga naufragaba y emergía. Manuel junto a la mar, desentendido. Yo era un niño jugando a la alegría». Lo mejor es haberlo vivido y, por supuesto, el recuerdo mismo... Porque hoy es Sábado.