Ahora que toca sacar los abrigos del armario o de revisar lo que da de sí la nueva temporada en las tiendas, también es tiempo de sacar las castañas del fuego. El cambio de hora recorta las tardes hacia su mínima expresión y no tenemos más remedio que empezar a olvidarnos de las mangas cortas, de la ropa de verano.

El Málaga CF también ha querido prepararse para las tardes más gélidas del año y, gracias (como tantas otras veces) a un canterano con descaro como Antonio Cortés «Antoñín», ha encadenado dos victorias que representan el mejor argumento posible para alejar fantasmas y tomarle distancia al pozo clasificatorio en esta ya segunda campaña en el «infierno».

Queda nada para Halloween y, antes de ponernos la careta y de meter miedo ante cualquier oportunidad, es también hora de sacar las castañas del fuego. En las oficinas del club malaguista, esta receta otoñal está bien aprendida desde que los actuales propietarios tomaron posesión del gran paquete accionarial que allá por el verano de 2010 les vendiese Fernando Sanz.

El sábado pasado tomaba posición en el palco de La Rosaleda el catarí de pasaporte estadounidense Richard Shaheen, ahora en labores de director general (ya veremos si provisional o no). Está llamado a sacarle las castañas del fuego a quien lo ha presentado como su persona de confianza, el propio jeque Al-Thani. De momento, de la nómina malaguista convertida en fuego abrasador, han salido tras la llegada de Shaheen nombres tan significativos del tiempo más reciente del club como son los de José Luis Pérez Caminero, Joaquín Jofre o Juan Rodríguez. E insisto, otra vez a las puertas de un 31 de noviembre.

Ese día ya lo marcó en rojo una leyenda de la historia malaguista contemporánea. Y no lo hizo precisamente como ahora, con la entidad envuelta en una crisis galopante tanto de identidad como de capital. El técnico Manuel Pellegrini reconocería meses más tarde que por Halloween de 2012, sólo una semana después de que un gol de Joaquín le hubiese dado al Málaga CF la inolvidable vitoria por la mínima frente al Milán, en la fase de grupos de Champions, se le pasó por la cabeza presentar su dimisión sin condiciones y abandonar el banquillo.

En esos días se cumplía justo un año de la caída del régimen de Muamar el Gadafi en Libia, con lo que ello representaba para las inversiones de Al-Thani fuera de Catar. Y el entrenador blanquiazul llegó a ese otro 31 de octubre «cansado de esperar» la promesa de pago que le habían dado los propietarios, después de reiterados retrasos en el abono de las fichas de la Liga anterior.

Aquel verano había sido, como el de ahora, bastante agitado. Si esta vez el límite salarial ha sido el detonante para cambiar el curso de las cosas, por entonces Pellegrini jugó un papel fundamental para retener en medio de otra gran crisis económica a muchos de los pesos pesados del vestuario. En esa ocasión, el ingeniero chileno no hizo las maletas gracias a la nueva persona de confianza del jeque, Moayad Shatat. Así lo expresó Pellegrini y ojalá que Shaheen tenga la misma maña como «chef castañero».