Igual que España en política, los blancos y culés deben saber qué quieren ser de mayores. España porque quienes votamos la Constitución del 78 ya somos menos que los que no lo hicieron, y la máxima norma general debe adaptarse en el tiempo con enmiendas o reformas adecuadas, el Madrid porque las decisiones tomadas tras la marcha de su goleador histórico no dan los resultados exigidos a un club de su dimensión histórica, con futbolistas nuevos que ignoran la dimensión de Cristiano en el día a día de los triunfos del equipo, y el Barça porque se acerca inmisericorde el final de su mejor jugador y del mundo en el último decenio.

Si los políticos deberían repensar España como nación para aspirar desde la unidad de esfuerzos a una ciudadanía solidaria sin fronteras, el verdadero progresismo, Florentino Pérez también debería hacer un plan estratégico más allá de las veleidades propias de quien se cree por encima de cualquier merengue en sapiencia futbolística, y Bartomeu preparar su relevo olvidando también sus querencias mesiánicas sin importarle el costo.

El Madrid debe superar la inexorable travesía desértica que sigue a la pérdida de su mejor jugador en la última década. Con Cristiano se ha repetido lo que ocurrió con Di Stéfano en los años sesenta del siglo pasado. No vamos a reiterar sus paralelismos por haberlos trillado durante meses, pero sentada la evidencia, apuntemos algunas ideas para el análisis. Se trataría de saber de dónde parte y cómo quiere llegar y cuándo a la gloria de aspirar con confianza a todo, objetivo irrenunciable para un equipo tan grande.

Pérez ha iniciado una deriva plausible, por lo que tiene de apuesta por la juventud como secreto de ese futuro, arrinconando su antigua obsesión por las estrellas mundiales del momento, sus antiguos galácticos, pero hay algo que también olvidó pronto; aquello de 'los Zidanes y Pavones'. Y tal vez deba reinventar lo de veteranos y noveles de su himno. Un club de su importancia no puede pasar dos o tres temporadas sin tocar pelo, y camino de ese ayuno va. Están bien los Vinicius, Rodrygo y compañía, así como algunos de los cedidos Odegaard, Kubo o los canteranos Achraf y Reguilón, e incluso técnicos tan emblemáticos como Raúl, sin embargo, estarían mejor si pudieran apoyar su talento en figuras de reconocida eficacia mundial, aparte de los que aún quedan en el club. Por poner un ejemplo, su trabajo luciría más si pudieran tener algún goleador de referencia, tipo del Cristiano que disfrutaron sus compañeros más antiguos, que es la clave, o al menos un Kane o cualquier Lewandowski o Aubameyang del momento, que los hay. El gol siempre es el mejor apoyo y quien da y quita galones.

Y el Barça, aunque con suerte dispar, está rumiando todavía el duelo de perder a Xavi e Iniesta. Pero eso es pasado y el futuro pasará por penar el de Messi, quien seguramente ya ha jugado sus mejores partidos como blaugrana. Este verano ficharon a Griezmann y aparentemente intentaron lo de Neymar, quienes en plenitud y aunando esfuerzos podrían hacer un relevo ordenado, aunque nunca oscurecer su memoria. Mientras dure el argentino, la Liga seguirá siendo su mejor coto de caza, porque para la Champions, la asignatura pendiente del último decenio, haría falta que otros como De Jong, el citado francés, Arthur, Ansu Fati o Dembélé aprovechen sin demora las últimas lunas del número uno y su escudero Suárez.

En definitiva, como en cualquier plan estratégico, ser realistas en la definición del punto de partida es la base de una pirámide que hasta la cúspide de sus objetivos debe plantearse con la misma objetividad los medios necesarios y el tratamiento adecuado de las desviaciones que inevitablemente se producen.

La prueba más palpable de que ese punto de partida es incierto la tienen en la liga actual: cualquier equipo mediano les puede pintar la cara a poco que les superen en carácter, intensidad y eficacia, por inferiores que puedan ser sus futbolistas. De nada sirve la calidad y el dominio si necesitan diez ocasiones para hacer un gol o se dan facilidades para encajarlos. Son los deberes que Barça y Madrid tienen pendientes y el espejo de las contradicciones en su toma de decisiones.

Valverde en entredicho, Zidane más fuera que dentro y las esperanzas desmochadas. Es el momento de que demuestren Florentino y Bartomeu la talla que sin duda tienen ganada en otros lares.