La estrategia del procés no consiste solo en enemistar a Catalunya con el resto de España, sino en enemistar al resto de España con Catalunya, creando una frontera de odio. Una vez logrado lo anterior, el triunfo del separatismo sería cuestión de tiempo. De ahí que la formación de un frente ultra, que para afrontar el conflicto catalán incluya un programa de medidas drásticas (por otra parte irrealizable en el marco de la UE), sería una bendición para el separatismo. Nadie dude, pues, que el peor negocio para mantener la unidad de España sería radicalizar un bloque españolista, que de forma automática llevaría a una amplia franja de catalanes moderados a una radicalización soberanista. Bien, todos podemos estar cabreados (yo lo estoy) por las constantes provocaciones del independentismo, pero no es casualidad que fortaleza y templanza sean virtudes cardinales que van siempre unidas.