Los jefes provinciales de los partidos interpretan en clave interna los resultados por ver si pueden arrimar el ascua a su potaje orgánico. Para luego engullirlo cual poción mágica y salir fortalecidos. El PSOE saca pecho aunque lo que le gustaría es que Sánchez sacara Gobierno, empresa difícil con Iglesias en el horizonte pidiendo más ministerios. En el PP respiran aliviados luego de que evitaran por muy poco que Vox fuera segunda fuerza. El tercer diputado popular, Mario Cortés, simboliza con su rostro eufórico en la sede de la avenida de Andalucía, anteanoche, el estado anímico del PP, partido al que los socialistas han batido en nuestra circunscripción con suma autoridad. También en la capital. De largo. Una pena que Eva García Sempere, dos de Unidas Podemos-IU, no sacara escaño, siendo como es una gran batalladora por los derechos sociales. En Ciudadanos domina la desolación y quizás haya desbandada. No falta quien piensa en emigrar al PSOE ni quienes ven al PP como tierra de promisión. Con todo, en Málaga no les ha ido tan mal la fiesta de la democracia y Guillermo Díaz, uno de los mejores parlamentarios hoy día, consigue asiento en Madrid. Podría haber movimientos críticos, o cítricos, en la formación naranja, que afectarían al equilibrio de poderes internos del descalabrado partido en Andalucía. Hoy casi todos lloran a Rivera, mañana habrá que pensar en repartir su herencia, enterrarlo y sustituirlo. Arrimarse a Arrimadas, quizás. Vox consigue dos diputados, Patricia Rueda y Rubén Manso, cunero y muy versado en economía con hilo directo con Abascal. Un Vox crecido a buen seguro exige más cosas, sus cosas, al PP en la Junta. Más protagonismo. Y luego está De la Torre, soneto suelto, Transición style, que apuesta por una abstención del PP para que el país pueda ponerse en marcha. Él lo estaba ayer bien temprano, convocando a la prensa con alevosía y matutinidad en jornada de resaca electoral. Nada se queda sin su opinión.