No ha llegado el fin de semana y ya se han cavado dos tumbas: las de Ciudadanos y las de España. Igual para el sábado después del vermú hemos acabado también con el sistema métrico decimal y con alguna de las Leyes de la Termodinámica. Me temo que no, que me seguiré enfadando con la báscula en kilos y no en libras y que, como afirmaba el dicho «De muertos y heridos, dos carros vacíos». En política los malos resultados sin paliativos deben servir para parar, templar y, si es posible, mandar, y que todos los partidos han estado en el columpio incluso sin malos resultados electorales. Sin ir más lejos, ese PSOE trivicto que hace cuatro telediarios daba espectáculos en Ferraz, con taquilla abierta a la calle y urnas llenas detrás de una cortina, por recordar un clásico a espera de nuevos estrenos.

Por otra parte eso de que España se acaba, ya veremos. De entrada porque es un pacto, el anunciado entre PSOE y Unidas Podemos de «a ver si completamos el autobús», esperando cubrir el quorum con unos compañeros de viaje que ni los Hermanos Dalton: todavía no se han subido y ya han empezado con el 'Clavelitos' de la amnistía, cantado a dúo con Otegui, conocido por ser hombre de paz como yo lo soy por mi envidiable melena.

El pañito del olvido, el que cambia el insomnio por las noches por el reparto de cromos, alcanza sólo a la mitad de la cámara, allá donde el rojo va tornando en amarillo con lazo. Para el resto sólo ha habido «Trágala» en la anterior edición y posiblemente repetición de menú en ésta. Supongo que a Redondo, el estratega del alambre, le parecerá que los españoles tenemos tanta hambre de gobierno que nos parecerá bien sentar a la mesa a los caníbales. Por mi parte, casi prefiero ayunar.